“Hoy ya verás tú, aldeano, las voy a parar todas” Raimundo Lezama a su compañero, Carmelo Cedrún.
El Athletic Club disfruta como local de un nuevo y magnífico estadio en el que continuar su extensa y prolífica historia ante una afición que llena sus gradas como hacía en el antiguo San Mamés. El nuevo estadio, a tan sólo unos metros de donde se ubicaba el anterior, ha dado lugar a nuevas calles desde las que se tienen privilegiadas vistas de la Ría y el camino que lleva hacia el Guggenheim. El principal acceso al campo continúa teniendo el nombre de Rafael Moreno ‘Pichichi’, mítico goleador del club bilbaíno, mientras que otras dos leyendas del Athletic, Telmo Zarra y Raimundo Lezama, darán nombre también a viales próximos al nuevo estadio de San Mamés. El primero es de sobra conocido, goleador del club con el que batió todos los registros de la Liga, y también de la selección, autor de aquel célebre gol ante Inglaterra. ¿Y quién fue el segundo? Lezama fue uno de los grandes porteros del fútbol español en los años cuarenta y cincuenta y un pionero del fútbol inglés, donde debutó en el fútbol profesional en las filas del Southampton a causa de la Guerra Civil en España.
Lezama fue uno de los 35.000 “Niños de la Guerra” que el gobierno republicano exilió a partir de 1937 debido al avance de las tropas franquistas, con el objetivo de que no sufriesen los devastadores efectos de la Guerra Civil española. Lezama, que contaba entonces con 15 años, llegó al puerto de Southampton, donde pronto mostraría sus cualidades jugando para su escuela, Nazareth House, próxima a The Dell, antiguo estadio del Southampton. No pasó desapercibido para el club del sur de Inglaterra, que lo incorporó a su equipo de juveniles. Allí también estaba Sabino Barinaga, otro de aquellos niños que jugaba de delantero y que marcó 62 goles en 13 partidos con el segundo equipo. No llegó a jugar con el primero y a punto estuvo de fichar por el Athletic, pero se decantó finalmente por el Real Madrid permaneciendo varias temporadas en Chamartín. Lezama, en cambio, debutó con The Saints con sólo 17 años en un encuentro contra el Arsenal en 1940.
Su estancia en Inglaterra no estuvo tampoco exenta de las dificultades de la guerra, pues el Reino Unido tuvo una activa participación en la Segunda Guerra Mundial en el bando de Los Aliados. La liga inglesa hubo de ser suspendida en la temporada 39-40 debido al inicio de la contienda, pero el fútbol no paró: se formaron mini-ligas regionales, quedando encuadrado el Southampton con equipos como el Chelsea, el Tottenham o los Gunners.
Fueron muchos los Niños de la Guerra que no regresaron a España, pero sí lo hizo Raimundo Lezama para jugar al fútbol. Meses después de debutar con el Southampton fichó por el Arenas de Getxo, club que años atrás había jugado regularmente en primera y había sido campeón de Copa. Tras un año con los areneros ficharía por el Athletic en 1941, entonces Atlético de Bilbao, para sustituir a Echevarría, otro de los grandes porteros de la historia rojiblanca. En el primero de sus 16 años en el club ganó la liga, título que repetiría en 1956 además de levantar seis Copas, convirtiéndose en el futbolista más laureado del club tras Piru Gainza. Fue, además, el ganador del trofeo Zamora en 1947. También llegó a debutar ese mismo año con la selección en un partido contra Portugal, pero la presencia de Ignacio Eizaguirre, mítico portero de la Real Sociedad y el Valencia, le cerraría las puertas del equipo nacional.
No obstante, su aportación fue más allá de su rendimiento en el campo o de sus títulos: no sólo se forjó como guardameta en Inglaterra, sino que introdujo en el fútbol español lo allí aprendido. Para los porteros de la época, aspectos que hoy vemos cotidianos como sacar con la mano, a bote pronto, jugar con el pie o salir fuera del área eran considerados entonces una quimera, por eso, cuando lo hacía Lezama la gente se llevaba las manos a la cabeza. Aunque también le acompañó alguna que otra cantada a lo largo de su carrera, el guardameta vasco era capaz de cosas increíbles bajo los tres palos, y sus lezamadas forman ya parte de la historia del club. “Lezama era buenísimo, lo que pasaba es que estaba un poco loco”, relata su antiguo compañero Carmelo Cedrún, padre de Andoni Cedrún y que sería su sustituto en el Athletic antes de que Iribar lo fuese de Carmelo años después. Un puesto especial el de portero en el equipo bilbaíno.
Sin sitio ya en el Athletic fichó en 1957 por el Indautxu, donde se reencontró con sus antiguos compañeros Zarra y Panizo. Posteriormente jugó en el Sestao y finalmente regresó al Arenas, donde se retiró en 1961. Es conveniente aclarar que las instalaciones del Athletic no llevan el nombre de su antiguo guardameta, fallecido en 2007 a los 84 años de edad, sino del municipio del mismo nombre en el que están situadas. No obstante, la importancia de Raimundo Lezama en el club está fuera de toda duda, y siempre se echó en falta un homenaje a su figura. Ese merecido homenaje ha llegado con la calle que llevará su nombre en los aledaños de San Mamés, desde donde presidirá todos los encuentros de su Athletic.