Héroes recurrentes e inesperados

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Cuando a los 15 minutos Messi había dado la vuelta al marcador de un partido que extrañamente parecía decidirse únicamente a base de goles de falta, todo parecía indicar que de nuevo el astro azulgrana sería otra vez el gran protagonista de un nuevo trofeo del Barcelona y todos los titulares tendrían un marcado acento argentino, pero quedaba mucho por ver. Cuando juntas los errores propios de una partido en pleno verano con la tensión competitiva de un título en juego, sale como resultado un 5-4 en una Supercopa de Europa que será recordada por los restos como una de las mejores que esta competición ha tenido a bien en ofrecernos. 4-1 llegó a ponerse el Barcelona al principio del segundo tiempo, pero el Sevilla, todo coraje y competitividad, forzó una prórroga que parecía daría paso a los penaltis hasta que Pedro, a quien no se le esperaba, pasó por allí. Gracias a héroes recurrentes e inesperados, el Barcelona levantó su quinta Supercopa de Europa y el cuarto título del año.

Y no es que Pedro sea ajeno a estos menesteres, pero las circunstancias eran especiales. Con la vista puesta en una posible salida al Manchester pero de cuerpo presente en Georgia, poco habitual escenario para estos eventos donde sus asistentes se lo pasaron en grande, Pedro comenzó en el banquillo cuando parecía el sustituto lógico y adecuado para las inoportunas paperas de Neymar, pero Luis Enrique otorgó la titularidad a Rafinha, quien escorado a la izquierda tendía al centro como su hábitat natural.

Apenas había dado tiempo a encender el televisor cuando Banega marcaba de falta el primer tanto para el Sevilla, pero lo que supuso una sorpresa sirvió para espolear a Messi, quien recogió el guante de su compatriota para marcar de falta por partida doble: primero con un sutil toque desde muy cerca del borde del área, sin apenas carrerilla, casi trotando y susurrándole al balón por dónde tenía que ir. El segundo no fue tan estético pero valió igual, aunque Beto pudo hacer un poco más. Messi lideraba y jugaba, el Barcelona tenía el balón y al Sevilla no le quedaba otra que correr tras él, buscando el contraataque como quien busca un botellín de agua fría en una calurosa tarde de verano.

Vitolo volvió a ser, como la temporada pasada, uno de los jugadores fuertes del conjunto hispalense, y una acción suya tuvo que ser despejada por Alves dentro del área pequeña, pero poco después, un error de Reyes dio lugar a una galopada de Luis Suárez que terminó marrando ante Beto, pero lejos de dar por finalizada la jugada, recogió de nuevo el balón para ceder a Rafinha, quien marcó el tercero justo antes del descanso.

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El segundo acto empezó como había terminado el primero: con gol del Barcelona. Un grave error de Tremoulinas fue aprovechado por Busquets para ceder a Luis Suárez que, esta vez sí, mandó el balón a las redes. El partido estaba siendo típicamente veraniego para el Sevilla, mientras que la solidez del Barcelona tenía tintes otoñales. Poco a poco fue apareciendo la fatiga propia de tan tempranas fechas y parecía sufrirla más el Sevilla, quien tenía que correr tras un balón que el Barcelona trataba de poner a salvo a base de moverlo de un jugador a otro. Tenía toda la pinta de que el partido estaba finiquitado, pero nada más lejos.

El sempiterno Reyes marcaba el 4-2 tras un medido centro de Vitolo y daba alas a la posibilidad de la remontada. Entonces se sucedieron los errores azulgranas: primero Mathieu cometió un prescindible penalti que fue anotado por Gameiro; después, Immobile se deshizo con demasiada facilidad de Bartra en el costado derecho y cedió para que Konoplyanka marcase el inesperado empate. Ambos, italiano y ucraniano, nuevos fichajes del club este verano, salieron desde el banquillo en la segunda mitad y entre los dos cocinaron el cuarto de los suyos. Especialmente lúcido estuvo el ex del Dnipro, de quien se esperan grandes cosas en el Sánchez Pizjuán.

Cuando el Barcelona pudo robar arriba y rápido el balón y jugar en campo contrario apenas le inquietó el Sevilla más allá del inicial tanto de Banega a balón parado, pero la fatiga hizo acto de presencia y, cuando el Sevilla batió líneas, dejó en evidencia a la defensa azulgrana. Debemos agradecer a los errores defensivos de unos y otros el habernos otorgado unos iniciales noventa minutos de puro espectáculo.

A punto estuvo Messi, de nuevo al saque de una falta, de evitar la prórroga al final, pero su disparo salió desviado por poco. En la media hora complementaria, ambos equipos trataron más de no conceder que de buscar la victoria, habida cuenta de tanto despropósito defensivo visto anteriormente. Luis Enrique jugó sus últimas bazas y echó mano de Pedro buscando el golpe de efecto que su equipo necesitaba tras dejarse empatar un 4-1 a favor. Era el minuto 115, y otra vez Messi a balón parado: primero golpeó en la barrera, después recogió el rebote para lanzar un duro disparo al que respondió bien Beto pero el rechace fue aprovechado por Pedro para marcar el quinto, darle el título al Barcelona y quizá salir por la puerta grande del club. No se acabó ahí el partido del Sevilla, pues tuvo dos ocasiones muy claras, primero Coke y después Rami, para marcar el empate, pero no pudieron evitar que se Barcelona viese inscrito finalmente su nombre en la copa tras un partido de videoteca.

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Gabriel Caballero

Periodista
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