Cuando fue presentado un 9 de julio de 2009 en el Santiago Bernabéu, Karim Benzema no era ningún desconocido: había brillado con el Olympique de Lyon en la Ligue 1 y en la Liga de Campeones, y el Real Madrid se había adelantado a otros grandes como el Manchester United de Ferguson para hacerse con su fichaje. El delantero francés ilusionaba, pero su llegada quedaba un tanto opacada al coincidir con dos estrellas, dos balones de oro como Cristiano Ronaldo y Kaká. Hoy, más de once años después, Benzema continúa siendo el 9 del club blanco, pero en esta ocasión hay una gran diferencia entre el galo y sus compañeros de delantera.

A Benzema no le resultó sencillo conquistar al Bernabéu a pesar de que mostró su talento desde su llegada. Compitió por el puesto de 9 con Higuaín y así hacerse un sitio en la delantera junto a un devorador de goles como Cristiano, mientras Kaká no recordaba al fantástico jugador del Milan. Fue objeto de la ya célebre comparación de Mourinho, la del gato y el perro por la que Higuaín, sin la clase y la capacidad técnica del francés, buscaba el gol como si no hubiese mañana. Formó buenas sociedades con jugadores como Di María y fue un gran aliado para Cristiano, pero sus números y su porcentaje de acierto en la definición siempre sembraban la duda, aunque ofreciese más cosas al juego por las que fue considerado un 9 y medio.

Después llegó Bale y formó parte de la BBC. Benzema era ya un jugador contrastado y parte importante de los éxitos del equipo, aunque siempre a la enorme sombra de Cristiano y también junto a un Bale que costó una millonada, marcaba goles de todos los colores y algunos de ellos en finales. Pero Benzema mantenía su sitio como 9 del equipo, tarea difícil hacerlo durante tantos años: “el 9 perfecto para el equipo” se comentaba con frecuencia, habida cuenta de que Cristiano ya aportaba 50 goles por temporada.

Paso al frente tras la salida de Cristiano

Pero el portugués se fue, y el que se suponía debía darle relevo como estandarte del equipo, Bale, desapareció del mapa. Así las cosas, y con el equipo carente de gol, Benzema dio un paso adelante y cogió las riendas de la delantera, mejoró sus números y, a sus ya consabidas virtudes, añadió la de liderar los entresijos del ataque madridista. Resultaba insuficiente para que el Madrid mantuviese el dominio en Europa, pero Benzema cumplió con su parte.

Ante la falta de grandes estrellas, el club apostó por jugadores jóvenes, y Benzema pasó de estar rodeado de jugadores como Cristiano, Bale, James, Özil o Di María a compartir ataque con futbolistas por hacer como Vinicius, Rodrygo o Asensio. Para la temporada pasada llegó Hazard, este sí un futbolista contrastado y quien debía liderar al equipo en su parcela ofensiva, pero su fichaje no resultó como se esperaba. No obstante, cuando las lesiones se lo permitieron, Hazard tuvo algunos buenos partidos aunque sus números no aumentasen, momentos en los que se vio que se entendía muy bien con Benzema: jugadores que hablaban el mismo idioma. Recuerdo, por ejemplo, un partido ante el Valencia en Valdebebas.

Vinicius tiene chispa y regate, aunque no lo muestre con tanta efervescencia como meses atrás, Rodrygo aportaba goles y asistencias antes de su lesión, y Asensio se va pareciendo a sí mismo con minutos y a medida que el tiempo deja atrás su grave lesión, pero Benzema sigue demostrando que está un paso por delante de sus compañeros de ataque, sobre todo, en su capacidad de resolución y en sus números. Pero es necesario rodearle más para volver a aspirar a todo.

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Gabriel Caballero

Periodista
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