Pasaban ya cuarenta segundos sobre los cinco minutos de descuento que Rizzoli había decretado para el final del partido entre Milan y Juventus. El conjunto rossonero defendía el 1-0 y trataba de mantener el balón alejado del área propia, mientras que la Vecchia Signora buscaba desesperada el empate. Higuaín y Khedira intercambiaron papeles: el argentino controló un balón en el centro del campo y pasó a Khedira, que se hallaba a pocos metros del borde del área. El alemán no se lo pensó dos veces: su disparo se dirigió con potencia a la escuadra de la portería milanista, pero una mano apareció para despejar un balón que ya parecía ir hacia las redes: Donnarumma voló para certificar la victoria de su equipo en el último instante del encuentro. Una vez más, el joven guardameta de tan sólo 17 años demostró por qué es una de las figuras de este Milan en reconstrucción que ha empezado la temporada mejor de lo esperado. Cuando más lo necesitaba el club, un portero surgió de la cantera para convertirse en uno de los pilares del equipo. No siempre fue así: la historia del Milan está plagada de grandes nombres al igual que la del fútbol italiano lo está de grandes guardametas, pero rara vez se unieron ambas corrientes. Donnarumma llegó para romper con esa tradición.

Dino Zoff, Walter Zenga, Gianluca Pagliuca, Francesco Toldo, Angelo Peruzzi, Gianluigi Buffon… los grandes nombres de la portería transalpina nunca vistieron la camiseta de uno de los equipos más laureados de Italia y Europa. Eso no quiere decir que buenos arqueros no defendieran en San Siro la portería milanista: en los 50 lo hizo Lorenzo Buffon, tío abuelo del hoy portero de la Juventus, que ganó cuatro ligas y dos Copas Latinas en aquel Milan de los suecos, el Gre-No-Li de Gren, Nordahl y Liedholm. En la siguiente década, el Milan ganaría dos Copas de Europa con grandes nombres como los de Gianni Rivera, Altafini o Cesare Maldini. Sus porteros fueron el internacional Giorgio Ghezzi en la primera y Fabio Cudicini en la segunda, padre de Carlo, que fuera recientemente portero del Chelsea durante diez temporadas.

Lorenzo Buffon, abuelo de Gianluigi

Lorenzo Buffon, tío abuelo de Gianluigi

A pesar del buen nivel de Fabio Cudicini, apodado Ragno Nero (Araña Negra), nunca debutó con la Azzurra debido a la competencia de un joven Dino Zoff, el propio Lorenzo Buffon y Enrico Albertosi. Este último fue también otro de los grandes porteros de Italia en su momento, y el guardameta del histórico Cagliari que ganó en 1970 el Scudetto liderado por Luigi Riva. Ricky estuvo presente en cuatro mundiales, siendo titular en dos de ellos: recordada es su rivalidad con Dino Zoff por defender el arco de la selección. No llegó al Milan hasta haber cumplido los 35 años en 1974, pero le dio tiempo a ganar una Serie A y una Coppa de Italia manteniendo un buen nivel hasta los 40.

Tras unos años difíciles para el club con descenso a la Serie B incluido, el Milan regresó con más fuerza que nunca en los ochenta con Arrigo Sacchi en los banquillos. Era el Milan de Van Basten, Gullit y Rijkaard, de Baresi, Maldini y Costacurta, un equipo que infundió temor por el Viejo Continente, el último en ganar la Copa de Europa dos veces consecutivas. Debido a los nombres que conformaron uno de los mejores equipos de la historia, poco se habla de quien defendía una portería inmejorablemente protegida por su defensa: habitualmente ataviado con sus pantalones largos, era Giovanni Galli, entonces uno de los mejores porteros de la Serie A y campeón del mundo en 1982 como suplente de un longevo Dino Zoff, y ya titular de la Azzurra en el Mundial de México’86.

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Ya en la Eurocopa de 1988 sería Walter Zenga quien defendería la portería de Italia: el interista fue uno de mejores guardametas que se han visto en el Calcio. En los años siguientes surgirían grandes porteros en Italia: Gianluca Pagliuca, Angelo Peruzzi, Francesco Toldo y finalmente Gianluigi Buffon, de quien sobra toda presentación. Ninguno jugó en el Milan (aunque Francesco Toldo creció en su cantera) pero el equipo rossonero siguió ganando títulos con Fabio Capello en el banquillo y jugadores como Savicevic, Boban, Albertini, Desailly, Massaro… El portero fue durante muchos años Sebastiano Rossi, un gigante de 1’98 (tan del gusto de Capello, que pidió a Illgner para el Madrid) y un arquero correcto, pero no un fuera de serie. Nunca llegó a debutar con la selección. Berlusconi y Galliani trataron de fichar un portero de primer nivel en el alemán Jens Lehmann, que había destacado con el Schalke campeón de la UEFA, pero su paso por San Siro fue muy discreto. El germano, al que siempre acompañó la polémica durante su carrera, no estaba a gusto con los métodos del entrenador de porteros de Milanello. Finalmente regresó a Alemania para jugar en el Borussia Dortmund.

El próximo gran Milan llegaría en la década siguiente con Ancelotti en el banquillo, que había sido centrocampista del equipo de Arrigo Sacchi. En aquel equipo que ganó dos Ligas de Campeones había nombres como los de Kaká, Shevchenko, Seedorf, Pirlo, Nesta, Inzaghi, todavía Maldini… y de nuevo el portero no estaba entre los más destacados: era el brasileño Dida, que portó los guantes del club durante diez años.

El Milan ganó el Scudetto por vez última en 2011 con un equipo liderado por Ibrahimovic o Thiago Silva y donde daban sus últimos coletazos jugadores como Seedorf y Nesta. Su guardameta era el irregular Christian Abbiati, que fue titular en diferentes etapas. El ex del Atlético era tan capaz de paradas imposibles como de errores garrafales. También jugó en la Juventus y fue internacional en cuatro ocasiones, estando presente en la Eurocopa 2000 como suplente de Toldo.

La apuesta de Mihajlovic

En los últimos años el equipo rossonero ha navegado a la deriva, tanto dentro como fuera del campo, con continuos cambios de técnico y de plantilla y el culebrón de la venta del club que finalmente concluyó el pasado verano. Hace dos años se apostó por Diego López para ocupar la portería y el lucense comenzó bien su andadura por San Siro, pero algo vio Sinisa Mihajlovic en los entrenamientos para dar la oportunidad a un chaval de 16 años en un puesto como el de portero: lo que parecía una apuesta muy arriesgada terminó convirtiéndose en la mejor noticia de los últimos años.

Gianluigi Donnarumma demostró tablas y talento suficiente para ocupar la portería de un histórico de Italia y Europa, y desde entonces no ha hecho más que crecer. Un año después ya ha debutado con la selección italiana con tan sólo 17 años, y pocos dudan de que será el relevo de Buffon durante mucho tiempo. “Es un prodigio”, decía el ahora espanyolista Diego López de su antiguo compañero. El Milan necesitaba algo así.

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Gabriel Caballero

Periodista
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