Si algo bueno dejan los primeros partidos de la Eurocopa 2016 es que al vencedor de cada uno de ellos le entra por dentro un irrefrenable cosquilleo de felicidad. Ya habrá tiempo para las decepciones, pero dejarnos debutar felices, parece el lema. Así, de las favoritas sólo ha pinchado Inglaterra, a la que aparte de su empate ante Rusia hay que sumar los incidentes provocados por su afición —si es que a esos impresentables se les puede llamar afición—.
Si en España la euforia la ha desatado el gol de Piqué, en Italia tienen también motivos de sobra para creer en la que de largo parece el combinado menos competitivo de los últimos tiempos. Esta vez no hay un Baggio, un Vieri, un Del Piero, un Totti… o si me apuras un Osvaldo (sí, bueno, aquí me he pasado). Que Conte dejara fuera al sempiterno Pirlo y a Giovinco, posiblemente los más imaginativos centrocampistas de la azzurra, no invitaba desde luego al optimismo.
Jugar en la MLS parece que es lo que tiene. Pero sin su referente en los últimos años y sin Sebastian —qué diablos hace en Estados Unidos con 29 años— y en el mismo grupo que Bélgica, que esta sí que asusta en cuanto a plantilla, Italia regresaba a la fase final de una Eurocopa en la que defiende el subcampeonato con menos nombres y más hombres que nunca. Sin apenas jugadores top en su once —obviamos al gigante Buffon— ante los diablos rojos demostró que en la lista de convocados el que no falta es su estilo. Su espíritu.
Porque si puede haber una antítesis de Italia en este campeonato ese es su rival de anoche. Bélgica jamás ha ganado un Mundial. Ni una Eurocopa. Su mejor participación data de 1980, cuando perdió la final ante Alemania Federal. Pero cuenta con un equipazo que impone. Jugadorazos. Courtois, De Bruyne, Hazard o Lukaku son sólo algunas de las piezas que dirige Wilmots. Una generación que apunta maneras, pero no de perdedores como ante Italia. El pasado Mundial llegó a cuartos. Y sobre ella apunta una expectativa mayúscula.
Anoche decepcionó. Italia no se acongojó ante el vendaval de cracks de su adversario y repitió la fórmula que le ha llevado siempre al éxito. Sin Verratti ni Marchisio —fuera de esta Euro2016 por lesión—, con Motta portando el ‘10’ y con las garantías que proporcionan atrás Chiellini, Bonucci y Barzagli —Juventus rules—, los de Conte tejieron su habitual solidez atrás para matar a la contra. Giaccherini marcó a la media hora, Italia guardó la ropa y Bélgica, con Lukaku fallón, perdonó la igualada. En el descuento Pellé remató la faena.
Si la lista de convocados no desencadenó la locura en Italia, si las casas de apuestas no la dan como favorita, si los que saben le auguran un fiasco en esta Eurocopa es porque no querían vender falsas ilusiones. Tras ganar a Bélgica Italia le añade el prefijo. Eran todo falsas desilusiones.
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