Después de meses de dimes y diretes y antes de que comenzara el verano, privándonos así de un farragoso culebrón, Antoine Griezmann deshojó finalmente la margarita días antes del debut de Francia en el Mundial de Rusia. Lo hizo de una forma poco habitual, a través de un documental de poco más de media hora en el que mostró sin tapujos las dudas que le provocaba decidir sobre su futuro. Al final se decantó por seguir en el Atlético de Madrid, cerrando así la puerta al Barcelona, de quien se llegó a asegurar que tenía el fichaje más que atado.
Griezmann se queda en un Atlético que está planificando la próxima temporada con el mayor mimo posible. De momento, ya tiene un principio de acuerdo con el Mónaco para fichar a Lemar, uno de los jóvenes (22) valores del planeta fútbol por el que pagarán 75 kilos. Compañero del ‘7’ con Francia, debe convertirse en uno de los referentes de una institución que afronta con optimismo la próxima edición de la Champions League, pues su final se disputará en el Wanda Metropolitano y el objetivo colchonero no es otro que llegar hasta ahí.
Griezmann prefiere así ser cabeza de ratón que cola de león. Mientras que en el Barcelona estaría a la sombra de Messi —como lo estuvo Neymar— y en el mismo eslabón de jugadores como Luis Suárez o Coutinho, en el Atlético ha sido, es y será el auténtico estandarte. Hace bien el conjunto colchonero en retener a su estrella, ofreciéndole el oro y el moro, para tratar de asaltar de una vez por todas el trono continental. Además, no cualquier jugador es capaz de rechazar jugar al lado del seguramente mejor jugador de todos los tiempos.
Para el Barça no fichar al internacional galo no creo que pueda considerarse un drama en el sentido puramente deportivo. Valverde cuenta con efectivos de sobra en la zona de tres cuartos y Griezmann, más que imprescindible, era una perfecta oportunidad de mercado dado su precio: 100 millones de euros. Una locura en cualquier otro momento, pero ‘asequible’ teniendo en cuenta la facilidad con la que se hinchan actualmente los precios. Antoine, el tercer o cuarto mejor jugador del mundo en este momento, parecía una ganga.
Piqué, invitado estrella
Cualquier decisión que hubiese tomado Griezmann hubiese sido correcta. El desenlace de su historia, con un documental —que particularmente me pareció original y pionero— incluido, es quizá lo que más chirría en todo esto. Cada vez los sentimientos quedan más de lado y el fútbol es marketing y negocio. Lo que sí me parece un poco de chiste es que uno de los implicados en el reportaje sea Gerard Piqué, presidente del grupo Kosmos y que a través de la productora Kosmos Studios conocía de antemano qué iba a suceder y no dudó un instante en alimentar el hype en su cuenta de Twitter horas antes de la emisión.
Para colmo, una vez finalizado el documental quiso lanzar un dardo a la prensa apuntando que “no todo lo que os venden es cierto”, algo que quedó sobradamente demostrado hace un año con su famosa publicación con Neymar y el “se queda” que terminó con el brasileño en el PSG. Es verdad que los medios venden humo, aunque hay excepciones, pero lo que no es muy normal tampoco es vacilar así al personal. Porque es lo que parece que ha hecho Piqué ya no sólo con el barcelonismo y la ilusión que en buena parte de él despertaba el posible fichaje de Griezmann, sino con su propio presidente, un Bartomeu que ni pincha ni corta.