Todos necesitamos un lugar seguro, ese sitio en el que sentirnos en casa. Puede ser esa persona especial que sabes que está ahí, con la que te sientes cómodo, con la que nunca estás solo. Puede ser esa película o esa serie que ya has visto mil veces y a la que vuelves como se vuelve a ese lugar que conoces y en el que sabes que todo estará bien. O puede ser esa canción de la que nunca te cansas, que sabe cómo llegarte y ya es todo un clásico en tu lista de reproducción. Y el balón no es una excepción: también necesita un lugar seguro y el suyo son las botas de Toni Kroos. ¿Cómo no iba a serlo? ¿Dónde podría estar más seguro que en la precisión del jugador alemán? Si Kroos tiene el balón, se sabe que está a buen recaudo y que la probabilidad de que llegue a buen puerto es considerablemente alta. Sin embargo, tendrá que buscar otro lugar para la próxima temporada: de forma repentina ha decidido retirarse al término de esta temporada para sorpresa mayúscula de todo el mundo de fútbol.

Quiere retirarse en lo más alto, y su decisión es tan respetable como la de cualquiera. Y, desde luego, lo consigue: el suyo ha sido, de nuevo, un gran año en el que ha vuelto a erigirse en el faro que ilumina el fútbol del Real Madrid, el que organiza, el que pide el balón, el que marca el tiempo del partido, el que toma la mejor decisión y que, cuando hay ocasión, se suma al ataque para marcar o asistir. Sin él, el Madrid pierde la brújula cuando no encuentra el camino. El conjunto blanco cuenta con buenos centrocampistas capaces de llegar a destino, pero ninguno guía como el teutón: son de otro perfil.

Kroos, Modric y Casemiro

Kroos llegó al Bernabéu como campeón del mundo con Alemania, y en un par de partidos como madridista ya parecía que llevaba jugando en el club toda la vida. En lo que fue, sin duda, uno de los fichajes más rentables de la historia madridista, se le consideró el sustituto de un Xabi Alonso que poco después tomó el camino inverso hacia Baviera. Y eso que había sido mediapunta, aunque ya había retrasado alguna vez su posición en el Allianz Arena, pero ni una cosa ni la otra: su lugar como pivote por delante de la defensa duraría poco, una vez que Zidane decidió ubicar a Casemiro por detrás de Kroos y Modric para que ambos inventasen. Entre los tres formaron un centro del campo de leyenda que reunía todo lo que necesitaba el equipo, uno de los más completos que se han visto nunca y que alzaron tres Ligas de Campeones consecutivas más otra cuatro años después, la de los milagros y las remontadas. Aunque con ellos en el centro del campo, los milagros no lo son tanto.

Y aún no se ha acabado su viaje, pues todavía le quedan dos grandes desafíos: la final de la Liga de Campeones ante el Borussia Dortmund, el que sería su sexto título (cinco con el Madrid y uno con el Bayern), y la Eurocopa de Alemania, en su país y con la selección a la que decidió volver sabiendo ya quizá que sería su despedida. Una selección, la Mannschaft, con la que ya le dio tiempo a firmar alguna masterclass desde su regreso como en el amistoso ante Francia que se llevaron los de Nagelsmann. Será la última ocasión que tengamos de ver a Kroos en un terreno de juego, tendremos que hacernos a la idea.

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Gabriel Caballero

Periodista
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