Vinicius ha acaparado los focos desde que llegó a Madrid este verano: la joven promesa de 18 años ha generado altas expectativas por su precoz talento, por sus buenas actuaciones en Brasil con el Flamengo y por el alto precio que el Real Madrid pagó por un adolescente que apenas había debutado en el fútbol profesional. Los grandes clubes europeos están embarcados en la caza y captura de jóvenes talentos por todos los campos del mundo para ficharlos antes que nadie y algún día puedan explotar en el primer equipo, ya sea después de pasar por su cantera o cedidos en otros equipos. Algunos tienen éxito inmediato como Asensio y a otros les está costando un poco más como a Ødegaard, ahora en su segunda cesión en la liga holandesa. Pero no es esto nada nuevo: en 1996, un joven argentino de 15 años llamado Esteban Cambiasso llegó al Madrid rodeado de una gran expectación que lo presentaba como una de las futuras estrellas del mundo del fútbol.
Tras unas difíciles negociaciones con Argentinos Juniors, cuna de Maradona o Riquelme, el Madrid se adelantó a otros equipos como el Ajax para incorporar a una de las estrellas emergentes del fútbol argentino, un chaval que jugaba de ‘5’, al que comparaban con Fernando Redondo y que había brillado en el Mundial Sub 17 con solo 14 años bajo las órdenes de José Pékerman. Nada más llegar hizo la pretemporada con un primer equipo a cuyo banquillo acababa de llegar Fabio Capello, compartiendo así vestuario con el mencionado Redondo, Seedorf, Suker, Mijatovic, Raúl, Roberto Carlos… Casi nada para alguien de 15 años. Los ejercicios físicos los hacía aparte, mientras que los asuntos del balón los compartía con el resto.
Pero el cuento de hadas de Cambiasso pronto presentó oscuros nubarrones: esa temporada la pasó en segunda división con el Real Madrid B (así llamado entonces el Castilla) y apenas jugó ochos partidos en una categoría muy dura para un adolescente de 16 años. No obstante, el final de temporada le tenía preparado un regalo: el Mundial sub 20 de Malasia, en el que Argentina se hizo con el título con Cambiasso como uno de sus pilares fundamentales. Allí, de nuevo con Pékerman, estaban también Riquelme, Aimar, Scaloni, Leo Franco o Walter Samuel, y el centrocampista del Madrid era el más joven de todos ellos. Fue además uno de los autores de los goles de la final, en la que derrotó a la selección uruguaya de Zalayeta, Olivera, Regueiro y Pablo García por 2-1. Cambiasso demostraba al mundo su talento.
Su siguiente temporada en la Ciudad Deportiva fue más positiva. El Madrid B había descendido a Segunda B y en la categoría de bronce jugó con mucha más asiduidad. Esa temporada compartió equipo con Tote, Álvaro Benito o Mista, y además, el club había fichado al hermano de Esteban, Nicolás Cambiasso, que jugaba de portero, aunque apenas tuvo oportunidades. La adaptación se le haría más fácil al mediocentro, que además tenía en Madrid amistad con el también argentino Leo Biagini, joven delantero del Atlético de Madrid y que había sido la estrella de Argentina en el anterior Mundial Sub 20 al conquistado por Cambiasso.
Pero su estancia en la cantera madridista no se prolongó más: sin hueco en el primer equipo, con 18 años regresó a Argentina para jugar tres temporadas en Independiente, donde creció y se hizo un jugador importante en la liga argentina. Posteriormente jugó en River Plate una temporada, donde brilló al lado de Ariel Ortega y Andrés D’Alessandro, y donde gracias a jugar con más libertad para ir al ataque sumó una buena cantidad de goles.
Tras cuatro años en Argentina y aún con contrato con el Madrid, era el momento de decidir qué hacer con Cambiasso. Ofertas no faltaron, pero por fin se hizo un hueco en el primer equipo en la que sería la última temporada de Del Bosque como entrenador blanco. En esa temporada ganó la Liga, la Supercopa de Europa y la Intercontinental, jugando un buen número de partidos en un centro del campo con la competencia de Makelele o Flavio Conceiçao.
La siguiente temporada cambiaron muchas cosas en el Bernabéu: la primera en el banquillo, donde Queiroz sustituyó a Del Bosque. Llegó Beckham y salieron jugadores como Makelele, Flavio o McManaman. La utópica idea de “Zidanes y Pavones” desmembró la necesaria “clase media” del equipo, y Cambiasso no encontraba su hueco en el club. Tras una campaña que empezó muy bien y terminó muy mal, el Cuchu (así llamaban a Cambiasso por un personaje de la televisión argentina) no renovó su contrato y llegó libre al Inter, en lo que fue uno de los mejores fichajes de la historia del club nerazzurro. Durante diez años ofreció un rendimiento espléndido en el Giusseppe Meazza, convirtiéndose en uno de los líderes del club y en el timón del centro del campo. 431 partidos y 51 goles le avalan, además de la ansiada Liga de Campeones que llegó con Mourinho en 2010. Los argentinos Zanetti, Milito, Samuel y el propio Cambiasso eran la base de aquel equipo.
Después jugó una temporada en el Leicester, un año antes de la gesta del club con el título en la Premier, y se retiró en el Olympìacos con dos títulos de liga. Hoy es asistente técnico de José Pékerman, quién si no, en la selección de Colombia. Su vínculo con el entrenador argentino continúa vivo 24 años después de aquel Mundial Sub 17. Fue también con Pékerman con quien disputó su único Mundial con la absoluta, en 2006 en Alemania. En ese Mundial marcó un recordado gol ante Serbia en el que culminó una jugada de 25 pases de la albiceleste con una gran combinación final. Fue 74 veces internacional.
Quizá Esteban Cambiasso nunca fue aquel jugador que prometían cuando llegó con 15 años a Madrid rodeado de grandes expectativas, pero fue un muy buen centrocampista, lúcido con el balón y esforzado en defensa, un ‘5’ de los de siempre, y un ídolo en el Inter, como también podría haberlo sido en el Bernabéu si hubiese contado con más tiempo y oportunidades, más aún viendo a los Gravesen, Pablo García, Emerson, Diarra o Gago que llegaron después de él. Su largo camino desde que llegara a la Ciudad Deportiva bien lo hubiera merecido.