Tras un buen partido en Londres, el Ajax confirmaba con una gran primera parte en el Johan Cruyff Arena su impecable camino en esta Liga de Campeones en la que ha sido la revelación del torneo, preparando su pase a la final con los dos tantos de De Ligt y Ziyech. De nuevo, Europa se postraba a sus pies. Pero parecía que ya se nos había olvidado lo que había pasado 24 horas antes, que en el fútbol puede pasar cualquier cosa, que no hay que dar la victoria por hecha hasta el pitido final y todos esos tópicos que en estas semifinales se han vuelto de golpe una realidad tangible. Tenían 45 minutos los de Pochettino para darle la vuelta a la eliminatoria y se pusieron manos a la obra, se volcaron sobre el área de Onana y creyeron que la final era posible. Y fue Lucas Moura el brazo ejecutor de una remontada imposible, un futbolista descartado por ese transatlántico creado para reinar en Europa que es el PSG, hace ya tiempo eliminado. Pero Moura marcó los tres goles que necesitaba su equipo: él sí estará en la final del Wanda.

Llegó al PSG en 2012 con apenas 20 años siendo una de las grandes promesas del fútbol brasileño. El equipo francés estaba comenzando su gran proyecto contratando futbolistas de la talla de Ibrahimovic, Thiago Silva o Lavezzi, además de un joven futbolista italiano llamado Verratti del que hablaban maravillas y que ni siquiera había debutado aún en la Serie A. Junto a ellos, Lucas Moura llegó del Sao Paulo previo pago de 43 millones de euros.

En sus seis temporadas en París alternó momentos en los que era habitual del once de inicio con otros en que salía desde el banquillo, confirmándose en cualquier caso como un futbolista desequilibrante, rápido y con gol. Pero tras convertirse en el rey indiscutible del fútbol francés, el PSG quería trasladar ese dominio a Europa y en 2017 echó el resto al gastarse 360 millones en Neymar y Mbappé. Los efectos colaterales fueron la salida de otros jugadores importantes como Matuidi o del propio Lucas Moura en el mercado invernal, tras media temporada sin apenas participación en la que acusó la llegada de las grandes estrellas. El Tottenham estuvo tan rápido como el brasileño en banda y lo incorporó a su plantel. Curiosamente, su último fichaje hasta la fecha por el control de gasto derivado de la construcción de su nuevo estadio.

En Inglaterra tampoco es titular indiscutible en la pizarra de Pochettino, pero sí un futbolista importante en sus planes. Si Harry Kane, gran estrella de los Spurs, no se hubiese lesionado en la eliminatoria de cuartos ante el City, quizá ni siquiera habría sido titular en Holanda, pero las circunstancias derivaron en que compartiese junto a Son la delantera del Tottenham. Y fue en este partido en el que vivió, en sus propias palabras, “el mejor momento de su vida” al marcar tres goles y llevar al conjunto inglés a su primera final en la máxima competición europea de clubes.

No acaba de dar el PSG con la tecla adecuada para reinar en la Champions, ni siquiera después de contratar a los mejores futbolistas del mercado, cayendo por tercer año consecutivo en octavos ante un rival que se presumía inferior como el United. Y sin embargo, fue un descarte suyo el héroe del Tottenham en su camino a la final. El fútbol es inescrutable, es parte de su grandeza.

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Gabriel Caballero

Periodista
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