Ya lo dice Zidane: ganar la liga española es muy complicado. Exige una regularidad a prueba de baches y la precisión de un reloj suizo, sacar los puntos de 3 en 3 y permitirse muy pocos tropiezos. Al Real Madrid le ha sentado la Liga de Campeones como un guante en los últimos años: mentalizarse de que son dos partidos, ida y vuelta, en los que hay que poner los cinco sentidos y dar lo mejor de sí mismos, pero la liga siempre se les hacía larga. Todo lo contrario que al Barcelona de Valverde, que podía jugar mejor o peor, podía gustar más o menos, pero sumaba de 3 en 3. Este año se han mostrado intratables en el Camp Nou, se han dejado incluso menos puntos que el Madrid (7 del Barcelona por 8 de los blancos), pero fuera, el equipo de Zidane se ha mostrado más fiable y más regular, basando su fuerza en el bloque y en una buena defensa para conquistar la liga por trigesimocuarta vez en su historia, una fórmula distinta a la de otras veces.

La marcha de un futbolista como Cristiano Ronaldo es imposible de subsanar, en el sentido de que es imposible sustituir a un jugador único y que aseguraba 50 goles por temporada entre todas las competiciones: con sus tantos era más sencillo rematar el trabajo de todo el equipo. Además, el Madrid no ha encontrado en el mercado a un jugador que se acerque a esos números. La pegada de la que siempre presumió el conjunto merengue gracias a jugadores como el portugués, Raúl, Ronaldo o Van Nistelrooy, entre otros, no figura entre las virtudes más destacadas del equipo campeón de LaLiga.

A cambio, el equipo ha basado su fuerza en otras cualidades, así lo explican los números: a falta de una jornada, el Madrid ha marcado 68 goles y ha encajado 23; en la anterior liga conquistada, la de 2017, con el mismo técnico y varios jugadores en común, marcó 106 goles y recibió 41. Unos números distintos. A falta de pegada, más defensa; a falta de individualidades, más trabajo, sacrificio y solidaridad en la presión. De hecho, este año Thibaut Courtois se llevará el Zamora, y la última vez que el Madrid se llevó este galardón fue con Casillas en 2008 y Schuster en el banquillo. Desde 1992 era la única vez que lo había ganado el club blanco. Un trofeo, el Zamora, que premia al portero pero que en realidad recompensa el trabajo de todo el equipo a la hora de no recibir goles.

Zidane ha sabido sacar lo mejor de un grupo que parecía destinado a renovarse tras el año de Lopetegui y Solari, cuando parecía que la limpia en el vestuario era inevitable. Pero la columna vertebral ha sido muy similar a la de los éxitos anteriores, con los Carvajal, Varane, Ramos, Marcelo, Casemiro, Modric, Kroos o Benzema.

A ellos se sumó Valverde y su frescura en el centro del campo. Los chispazos de Vinicius. Courtois, después de un primer año dubitativo y un comienzo de temporada difícil, se convirtió en ese portero que se esperaba, salvador del equipo cuando le tocase intervenir. Mendy ha sido una sorpresa en el lateral zurdo, y Militao ha cumplido como central suplente mejorando las prestaciones de Nacho y Vallejo un año antes. Los dos últimos han sido los fichajes que más han aportado. De Hazard, la incorporación estrella, se espera que, como Courtois, sea en su segundo año ese futbolista decisivo una vez deje atrás las lesiones que le han lastrado.

Los nombres propios del título

Merece la pena detenerse en Ramos y Benzema: el primero ha sido el alma del equipo, el líder de la defensa que además cuenta con un socio de lujo como Varane. Ese futbolista que nunca baja los brazos. Y si resaltamos la labor conjunta del Madrid, Benzema ha sido su individualidad más destacada: la temporada del francés ha sido brillante, con 21 tantos a falta de una jornada, algún momento para el recuerdo y esa capacidad de aparecer cuando más hace falta, además de esas otras cualidades que siempre lo han definido como un 9 y medio.

Y tampoco hay que pasar por alto la labor de ese centro del campo que tantas alegrías ha dado al madridismo, y es que Casemiro, Kroos y Modric han vuelto a ser determinantes: el primero, esencial en su labor como pivote; Kroos, brillante como metrónomo, que dirían en Italia, y además con más presencia ofensiva gracias a la labor de Valverde; y Modric, vital tras el regreso de LaLiga después del parón: el croata recuperó su mejor versión para ayudar al equipo en su conjura de ganarlo todo. Pareció volver a tener 26 años, como cuando llegó.

No ha sido el Madrid más brillante y más goleador. De hecho, han sido varios los partidos que se han ganado in extremis (como los dos últimos ante Granada y Villarreal), pero sí ha sido de los mejores en defensa de los últimos tiempos y el más regular y fiable del campeonato. En la que por desgracia hemos de llamar la liga del coronavirus, el Madrid fue el mejor.

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Gabriel Caballero

Periodista
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