El Barça de Rivaldo, Overmars y Petit había empatado el día anterior (1-1) frente al Mallorca para decir adiós a sus escasas opciones al título. El Real Madrid de Figo y compañía pasaba como un rodillo por encima (4-0) de la Real Sociedad, encarrilaba un campeonato que no se le escaparía y que, en clave culé, terminó con aquel mítico gol de chilena de Rivaldo al Valencia que todavía provoca una sonrisa al barcelonismo tras un curso aciago.
Pero aquel día, un lunes 12 de marzo de 2001, ningún resultado podía evitar que celebrara mi decimocuarto cumpleaños. Una buena comilona, cortesía cómo no de mi madre, y un regalo más que deseado, porque por aquella época no existía ni Spotify ni YouTube y, lo que es la música, se escuchaba básicamente por la radio. O en un programa que al mediodía echaban en Canal+ de los 40 Principales. Para conseguir una canción, debías preparar el cassette y esperar que el locutor de la radio la interrumpiera lo menos posible para poder grabarla de la manera más profesional posible. No hace tanto, pero eran otros tiempos.
Los cedés no estaban al alcance de un click. Así que si querías escuchar un disco completo tenías que pasar por caja. En mis manos, poco después de soplar las velas, cayó el flamante último disco de Jarabe de Palo: ‘De vuelta y vuelta’, que había salido apenas unas semanas antes. La puesta en escena de aquel trabajo, con Pau Donés afeitándose la cabeza en plena calle me impactó y moló a partes iguales por el mensaje que subyacía de él: romper con el pasado y empezar de cero.
El primer single ―’De vuelta y vuelta’― poco se parecía a lo publicado anteriormente y por aquel entonces reflejaba ese sentimiento adolescente de vacío y tristeza ante lo que has vivido o lo que se viene que en muchas ocasiones te embriaga. Lo que no me imaginaba es que, casi dos décadas más tarde, esa sensación que asociaba a la juventud, permanecería intacta de vez en cuando superada la treintena. Esa “primavera que no llega” que, muchos inviernos, sigo esperando.
Aquel disco sonó a todo trapo en el patio de mi casa, donde pateábamos el balón mi hermano y yo con la ingenua pretensión de, algún día, dar el salto desde la Reddis ―club de la ciudad― a un grande. ‘Tiempo’, ‘En lo puro no hay futuro’ ―de la cual hice un guiño precisamente hace unos días―, ‘Dos días en la vida’, ‘Agustito con la vida’ o ‘Completo incompleto’, con otro genio en el cielo como Antonio Vega, fueron algunas de las canciones de la banda sonora original de mis 14 años… en adelante. Esa temporada, por cierto, el Barça no ganó nada, en una travesía por el desierto que se prolongó hasta la llegada de Ronaldinho en 2004.
Hoy Pau Donés (Huesca, 1966) ha dicho adiós, pero su legado deja para muchos un buen puñado de recuerdos, como el aquí escrito, que permanecerán imborrables para siempre. Hoy estoy desafinao, hoy estoy de calavera. Tan joven y de vuelta. Descansa en paz.