En el último minuto pueden pasar muchas cosas. España puede clasificarse para la Eurocopa con un gol de Rodrigo en Suecia, el United puede darle la vuelta al marcador ante el Bayern en la final de la Liga de Campeones, o Sergio Ramos puede acostumbrarse a marcar de cabeza como en aquella temporada en la que le cogió el gusto a la zona Cesarini, con Toni Kroos como cómplice desde el saque de esquina. Es una forma de solucionar lo que no has hecho antes en noventa minutos, dejarlo todo para el último momento, como en aquellos exámenes en los que dejabas todo para el último día desoyendo los convenientes consejos del profesor.

Pocas cosas pueden ser más emocionantes en un partido de fútbol que un gol decisivo en el último minuto. Es un todo o nada ante el que no cabe capacidad de respuesta, un golpe definitivo. Para la hinchada es la alegría desmedida por haber conseguido lo que parecía perdido o el bajón de haber perdido lo que parecía hecho. Vivir en el alambre. Está bien que ocurra de vez en cuando, sobre todo si es a favor, claro. Lo malo es acostumbrarse, como ha hecho el Racing.

A principio de temporada, el Racing se abonó a los finales inciertos. Como en una película de Shyamalan, el conjunto verdiblanco gustaba de un giro final en los acontecimientos. Cuando tenía el partido ganado en casa ante el Almería en la segunda jornada, un gol de Sekou Gassama en el descuento llevó el chasco a la grada, que ya celebraba la victoria. En la siguiente jornada, Cejudo arregló en parte el desaguisado en Las Palmas empatando en el 96’ un partido que en el 80’ estaba ganado y que los locales remontaron con doblete de Rubén Castro. Y para rizar el rizo, el Cádiz se llevó los tres puntos de El Sardinero en el siguiente partido con un gol de penalti en el minuto 101, pues el 93 o 94 ya era poca cosa.

Tras unas jornadas sin sorpresas finales, el equipo ha vuelto a las andadas. Tenía el partido ganado en Huesca, victoria de postín ante un recién descendido de la máxima categoría y uno de los favoritos al ascenso, pero en el minuto 95, Ivi pasó factura marcando el gol del empate. En el último encuentro en Tenerife, tras un reparto de golpes y buenos goles, Karim Yoda marcó de cabeza el 3-3 en el minuto 93 guardando un punto que llevarse a Santander de un partido que parecía perdido.

El aficionado racinguista merece pasar una tarde en el Balneario de Puente Viesgo, pues tanto sobresalto no tiene que ser bueno. Y eso que de finales de infarto se sabe unas cuantas, con la permanencia como fin y Nando Yosu como artífice de tardes inolvidables. Por el momento son batallas, pero de cara al objetivo final, bueno sería no dejar todo para el último día.

Foto | El Diario Montañés

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Gabriel Caballero

Periodista
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