La historia de Sergio Ramos y Carvajal está forjada, entre otros lugares, en la final de una Liga de Campeones. Ambos han vivido dos situaciones muy distintas en ese partido que todo futbolista sueña con disputar algún día: el central sevillano consiguió hace dos años marcar en la prórroga, en el minuto 93, el tanto que evitó la victoria del Atlético y forzó una prórroga en la que el Madrid acabó por llevarse el título. Hace apenas unos pocos meses, en otra final y ante el mismo rival, el lateral derecho se lesionaba y decía adiós a una Eurocopa en la que tenía una plaza segura. Hoy, en la Supercopa de Europa ante el Sevilla, Sergio Ramos ha repetido la épica y apurada hazaña al marcar en la prórroga el gol del empate cuando el conjunto hispalense caminaba hacia el triunfo. En el minuto 119, cuando los penaltis parecía serían la solución, Carvajal arrancó desde el centro del campo por su banda para resarcirse de recientes decepciones y marcar el tanto que da al Real Madrid una nueva Supercopa de Europa, derrotando por 3-2 a un Sevilla que acarició el título con los dedos.

Bajo la lluvia de Trondheim, hogar del Rosenborg, antaño habitual de la fase de grupos de la Liga de Campeones, Real Madrid y Sevilla disputarían el primer título europeo de la temporada: uno con varias bajas y otro con técnico y plantel renovados, por lo que el resultado final era de pronóstico incierto. Mucho se habló en pasadas semanas del posible 4-4-2 con el que Zidane afrontaría el encuentro debido a las bajas de jugadores como Bale, Cristiano y Kroos, figuras en la Eurocopa, o de un Benzema entre algodones. Finalmente apenas varió su dibujo habitual durante la pasada temporada ubicando a Casemiro en el centro del campo con Isco y Kovacic a sus costados manejando al equipo, con Asensio y Lucas Vázquez abiertos en banda y Morata en punta. Un Madrid competitivo pero de circunstancias en el que pesó el mayor rodaje de Kovacic en lugar de Modric, o la buena pretemporada de Asensio en detrimento de James, de quien se esperaba su titularidad.

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Los veinte primeros minutos del encuentro fueron de tanteo con un ritmo bajo, en el que Madrid y Sevilla buscaron la posesión sin apenas pisar el área rival. Pero fue Asensio quien asestó el primer golpe cuando se sacó un fantástico disparo desde fuera del área, que entró por la escuadra de Sergio Rico sin que el portero internacional pudiese hacer nada por evitarlo. A partir de entonces, el Sevilla de Sampaoli mostró sus intenciones y se hizo con el control del balón, mientras el Madrid buscaba salir rápido y hallar el espacio con un Lucas Vázquez muy activo en la banda derecha. En el cuadro andaluz destacaba el argentino Franco “Mudo” Vázquez como centrocampista ofensivo, ese lugar que hasta hace poco ocupaba Banega, y en el Madrid, quien no decía palabra era un Álvaro Morata que pasó inadvertido. También Vietto en un Sevilla al que faltó profundidad en su propuesta.

Fue Vitolo quien metió una marcha más unos minutos antes del descanso para aprovecharse de la permisividad de la zaga blanca, y el Mudo Vázquez no se lo pensó dos veces para buscar el balón, armar el disparo y batir a un Casilla que había tenido un plácido primer tiempo.

Ninguno de los dos equipos destacó especialmente tras el descanso y faltaron piernas a estas alturas del año, pero fue el Sevilla quien más hizo por mandar en el encuentro. A ello reaccionó Zidane dando entrada a tres pesos pesados como Benzema, Modric y James. No obstante, el cuadro blanco no pudo evitar el segundo gol sevillista cuando Sergio Ramos cometió penalti sobre Vitolo. Konoplyanka, que había entrado por Vietto para dar más velocidad al ataque, no perdonó desde los once metros.

Durante los últimos veinte minutos, el Madrid buscó sin demasiado éxito la portería de Rico a pesar de que Modric y Benzema aclararon un poco las ideas de los de Zidane, hasta que en el tiempo de descuento, Lucas Vázquez colgó un balón al área desde la derecha que encontró la cabeza de Sergio Ramos, un jugador con un don especial para las finales, y forzar así la prórroga cuando parecía que el Sevilla por fin volvería a levantar la Supercopa tras los dos fallidos intentos anteriores.

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Para rematar la faena, en un sentido literal del término, el Sevilla se quedó con diez al poco de empezar la prórroga por doble amarilla de Kolo, con lo que el tercer tiempo se convirtió para los de Sampaoli en un intento de que pasasen los minutos para así buscar la tanda de penaltis, que se convirtió en la mejor baza de los hispalenses. Pero el Madrid no estaba por la labor, consciente de que tocaba apretar, aunque los intentos de James y Lucas Vázquez por encontrar el gol se toparon con un muro en la figura de Sergio Rico. Sin embargo, el meta sevillista nada pudo hacer cuando Carvajal robó el balón a Konoplyanka en el centro del campo, se puso la canarinha de Cafú, trazó la diagonal directa hacia la portería sorteando a unos rivales ya sin piernas y definió con el exterior para marcar el tercero de su equipo, evitar la tanda de penaltis y dar la victoria a su equipo. Un nuevo título apelando a la épica y recordando, una vez más, que al Madrid sólo hay que dejar de temerle cuando ya se ha escuchado el pitido final.

Fotos | El País

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Gabriel Caballero

Periodista
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