El nombre de Fernando Redondo está asociado ineludiblemente al del Real Madrid: una imagen que define su carrera, aquel taconazo ante el Manchester United en Old Trafford, no es sino la guinda de una trayectoria en la que el ‘5’ argentino se convirtió, desde el centro del campo, en uno de los mariscales de aquel conjunto blanco que recuperó la gloria en Europa 32 años después con los Raúl, Hierro y Roberto Carlos. Pasaron varios compañeros a su lado: Milla, Laudrup, Seedorf, Karembeu, McManaman… pero él se mantuvo como el eje del centro del campo, el futbolista capital que a la vez ordenaba el juego y destruía el del rival, siempre bien posicionado, siempre elegante en sus acciones, incluso cuando decidía incorporarse al ataque aprovechando esa capacidad de mantener la pelota pegada al pie: no solo recuperaba balones con eficacia, sino que parecía imposible arrebatárselo. Como si tuviese imanes en las botas, como decía Ferguson.

Antes creció en Argentinos Juniors, brilló en Tenerife de la mano de Jorge Valdano y cerró su carrera en Milán, donde volvieron a asolarlo las lesiones que lastraron también sus primeros pasos en el Bernabéu. ¿Pero qué ocurre con Argentina? Parece mentira que un futbolista de su nivel solo jugara 29 partidos con la albiceleste: ¿qué ocurrió en aquella década de los noventa para que Redondo no sumara más internacionalidades? ¿Por qué renunció a la llamada de varios seleccionadores? ¿Qué ganó Redondo con la selección argentina? Pues ni más ni menos que los últimos títulos que ganó la selección mayor de su país.

Renuncia al Mundial de Italia’90 y la llegada de Coco Basile

Tal fue su desempeño en Argentinos Juniors, cantera de grandes talentos, que ya quisieron llevárselo al Mundial de Italia. Su calidad hacía que muchos le vieran como diez, pero él siempre se sintió cinco:

“Yo soy cinco, alguna vez me quisieron poner de diez pero sentí como que me hubieran tapado el ojo izquierdo, me faltaba terreno. Mi forma de jugar es simple, siempre soy la punta del vértice”

Bilardo quería contar con él para defender el título de 1986, el de La mano de Dios, pero Redondo renunció al campeonato del mundo aduciendo que no iba a ser indiscutible y no era compatible con sus estudios universitarios de ciencias económicas, de forma que priorizó esto último antes que el torneo que todo futbolista quiere disputar. No obstante, siempre planeó la duda de su incompatibilidad con Bilardo: su estilo defensivo, su resultadismo y su desatada verborrea chocaban con el fútbol y la forma de ser de Redondo, alguien que demostraría varias veces a lo largo de su carrera que los principios estaban por delante, aunque implicara renunciar a otras cosas.

Argentina hizo de nuevo un buen papel en el mundial, pero cayó en la final ante Alemania. Bilardo dio por concluida su etapa como seleccionador y Alfio Basile ocupó su lugar, un técnico clave en la trayectoria de Redondo con Argentina. Con el Coco llegó una regeneración del plantel gracias a varios futbolistas jóvenes que ya destacaban como Batistuta, Simeone o Leo Rodríguez, que complementaban a otros con más experiencia como Ruggeri, Goycochea, Caniggia o Basualdo. Maradona no sería de la partida, ya que fue suspendido dos años por dopaje perdiéndose con ello la última etapa triunfal de la albiceleste.

En 1991, Argentina recuperó en Chile el cetro de la Copa América 32 años después del último título. Redondo, que había jugado su primera temporada en la liga española, no estuvo en aquel torneo en el que Leo Rodríguez fue nombrado mejor jugador. El Rey León fue un digno sucesor de Maradona en el puesto de 10, a la vez que jugaba en aquellos años en varios equipos europeos como Toulon, Olympique de Marsella, Atalanta y Borussia Dortmund, con suerte desigual. Por su parte, Batistuta fue el máximo goleador del torneo, y Darío Franco, que jugaría después en el Zaragoza, una de las figuras del decisivo partido ante Brasil al marcar dos goles. En aquellos días, la Copa América se decidía con una fase final de grupos entre los cuatro finalistas, que fueron Argentina, Brasil, Chile y Colombia.

Al año siguiente, como ganador de la Copa América, Argentina jugaría la Copa Rey Fahd, que más tarde sería renombrada como Copa Confederaciones, como hoy se la conoce. La albiceleste era la gran favorita (Europa no participó en aquella edición) y certificó esa condición alzando el título y derrotando con claridad a Costa de Marfil en semifinales y a Arabia Saudí en la final. Redondo ya era pieza clave del equipo de Basile, de hecho fue nombrado el mejor jugador del torneo.

La Copa América de 1993

En 1993, durante su estancia en el Sevilla, Maradona regresó a la selección para ganar el torneo Artemio Franchi ante Dinamarca, una especie de Supercopa entre el ganador de América y el de la Eurocopa. No obstante, no jugó la Copa América de 1993 disputada en Ecuador, pero Argentina levantó el título igualmente. En un torneo que ya adoptó el clásico formato de eliminatorias, Redondo formó un superlativo centro del campo con Simeone, que le ayudaba en tareas defensivas y se incorporaba asiduamente al ataque. Era un reflejo de su Atlético de Madrid: un futbolista incansable, que abarcaba muchos metros y no dudaba en probar su disparo cuando la ocasión lo requería. Junto a ellos, unos metros más adelante, estaba Gorosito, exentrenador del Xerez en primera y buen enganche. Como punta de lanza, cómo no, repetía Batistuta.

En unas complicadas semifinales ante Colombia, la tanda de penaltis tuvo que decidir el ganador tras un encuentro trabado y sin muchas ocasiones, en el que el mencionado centro del campo formado por Redondo y Simeone fue vital. Goycochea hizo honor a su fama de parapenaltis y volvió a ser decisivo desde los once metros. Antes, ya había hecho otras paradas de mérito.

En la final esperaba la sorprendente selección de México, la de Hugo Sánchez, Jorge Campos y García Aspe. En un encuentro más abierto que el anterior, Argentina ganó por 2-1 con un doblete de Batistuta, que eligió el mejor momento para por fin brillar en el torneo. Redondo fue otra de las figuras de la final, y es que el 5 era un baluarte en el equipo de Basile, el futbolista que manejaba todos los engranajes de la albiceleste desde el vértice del centro del campo. Argentina ganaba en el ya lejano 1993 el que iba a ser su último título hasta la fecha.

Estados Unidos, su único mundial

Así las cosas, el combinado de Basile llegaba al Mundial de Estados Unidos de 1994 en un gran momento, con más de treinta partidos seguidos sin perder y un plantel que combinaba juventud, veteranía y talento. Maradona y Caniggia regresaron a la selección para unirse a los Redondo, Simeone, Ruggeri y Batistuta, más Balbo, que no paraba de marcar goles en Italia, defensas fuertes como Sensini, Cáceres y Chamot, o un joven Ariel Ortega, que con 20 años ya era una de las estrellas de River.

Argentina derrotó con contundencia a Grecia en el primer partido, con un hat-trick de Batistuta y otro tanto de Maradona, que dio paso a aquella celebración ante la cámara que se convertiría en una de las imágenes del torneo. En el segundo partido, un doblete de Caniggia remontó el gol de Nigeria. Todo parecía de cara para el equipo de Basile, sin embargo, Maradona dio positivo en un control antidopaje tras el partido ante el combinado africano, con lo que fue apartado del torneo. La ausencia del Pelusa, más que un futbolista en Argentina, sin duda afectó al equipo, que perdió el tercer partido ante la Bulgaria de Stoichkov. En un grupo muy igualado, Argentina pasó a octavos como una de las mejores terceras.

En la siguiente fase esperaba otra de las revelaciones del torneo, también llegada de la Europa del Este: la Rumanía de Hagi y Popescu. Argentina trató de llevar la iniciativa y puso a prueba a Prunea, pero Rumanía buscó el contragolpe y fue más efectiva. El primer gol llegó de una falta de Ilie Dumitrescu desde un costado que Islas, portero argentino, no vio venir. Batistuta empató poco después de penalti, pero Rumanía volvió a sorprender de nuevo con otro gol de Dumitrescu. Ya en la segunda parte, Hagi marcó el tercero tras una gran asistencia, cómo no, de Dumitrescu. El rumano, que pasó por Sevilla o Tottenham sin excesiva fortuna, jugó posiblemente el partido de su vida en el Rose Bowl de Los Ángeles. Balbo acortó distancias, pero no fue suficiente: Argentina estaba eliminada cuando pocos lo esperaban.

Polémica con Passarella

Fue el primer y, quién lo iba a decir, último mundial de Fernando Redondo, que fue uno de los destacados de Argentina en el torneo. Tras la decepción en Estados Unidos, Basile renunció a su cargo y llegó Passarella, lo que significó el principio del fin para el centrocampista del Madrid en la albiceleste. El que fuera histórico defensa de River, Inter y Fiorentina, dos veces campeón del mundo en 1978 y 1986, llegó al banquillo de la selección con unas rígidas normas como la de que nadie podía llevar el pelo largo. Algunos, como Batistuta, sí aceptaron, pero Redondo no admitió esas condiciones, y su mala relación con Passarella lo apartó de la selección. Maradona, que había sido crítico con Redondo en 1990 cuando renunció al Mundial, elogió esta vez su respuesta a Passarella y en cambio fue crítico con Batistuta.

Para Redondo fue una decisión y un momento difíciles:

“Es una situación que me duele mucho, la selección argentina para mí es muy importante, pero quiero dejar claro que en ningún momento renuncio a la selección, sí a trabajar con el cuerpo técnico actual, que me trató públicamente de mentiroso. Esto se lo he comunicado telefónicamente al señor Passarella, él se mantuvo en su postura y la conversación no fue en buenos términos. La honestidad es muy importante, hay ciertas normas de conducta y de manejarse que son inquebrantables.”

Y es que el problema con Passarella terminó de agravarse cuando el seleccionador dijo públicamente que lo del pelo era algo secundario y no contaba con Redondo porque se negaba a jugar por la izquierda, algo que el futbolista siempre negó tajantemente. El mediocentro terminaba diciendo que no era la primera vez que encontraba obstáculos para jugar con la selección: ¿estaría hablando de la época de Bilardo?

A la vez que jugaba sus mejores años en el Bernabéu, la selección fue algo ajeno para él. Después de ganar la Séptima en 1998, la que devolvió la Liga de Campeones al Madrid después de 32 años, se quedó fuera del Mundial de Francia en los mejores años de su carrera. Argentina fue eliminada en cuartos ante Holanda con aquel recordado gol de Bergkamp tras un partido igualado. Qué duda cabe de que Redondo podría haber mejorado aún más un equipo que contaba con futbolistas como Batistuta, Zanetti, Simeone, Claudio López, Ortega o la Brujita Verón.

Regreso fugaz con la albiceleste

Marcelo Bielsa reemplazó a Passarella al frente de Argentina después de aquel mundial, y en 1999, Redondo regresó a la selección, pero no fue algo definitivo: tras algunas negativas, Redondo le pidió a Bielsa que no lo convocara, ya que su rodilla no podía compaginar la exigencia del Real Madrid con la selección. Esto le granjeó no pocas críticas en Argentina después de rechazar por tercera vez a la albiceleste: “De espaldas a la selección” o “El satánico Doctor No” fueron algunas de las portadas de Olé o La Nación. Grondona, presidente de la AFA, declaraba que no le sorprendía ya que era “un tipo peculiar”.

Sin embargo, el futbolista siempre se esforzó en dejar clara su postura, y no pocas veces ha declarado que su gran espina clavada fue no jugar más con la selección. En mayo del año 2000, en el estadio de Saint-Denis, Redondo jugó un fantástico encuentro en la final de Liga de Campeones ante el Valencia, y ganó como capitán su segundo entorchado europeo. Estaba en un gran momento, y no se imaginaba que había sido su último partido con el Real Madrid. Al año siguiente fichó por el Milan, y en los primeros entrenamientos, que recuerda de una exigencia física diferente a los que se hacían en España, un mal giro le rompió el ligamento. Estuvo dos años sin jugar, y aunque volvió para por fin debutar con el equipo italiano e incluso ganar otra Liga de Campeones, eran ya sus últimos partidos como profesional.

Cuesta creer que después de Riquelme, Aimar, Simeone, Batistuta, Claudio López, Verón, Zanetti, Ayala, Tévez, Messi, Diego Milito, Cambiasso, Samuel, Mascherano, Di María… la selección argentina no haya logrado volver a ganar un título mundial ni continental. Los últimos los ganó con Redondo como eje: su trayectoria como internacional no fue longeva, pero le dio tiempo a triunfar con la albiceleste.

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Gabriel Caballero

Periodista
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