Da la sensación de que este Madrid le ha cogido gusto al vértigo, que prefiere las arenas movedizas antes que el terreno firme. El eco de la pasada Liga de Campeones aún se escucha en los pasillos del Bernabéu y parece que quieren emular la gesta en esta Copa del Rey: remontada en octavos al Villarreal y otra más en cuartos ante el Atlético. Es jugar con fuego: la suerte puede agotarse, pero este Madrid siempre tiene una mano más. Hasta el minuto 78 fue por delante en el marcador un Atlético aguerrido y firme atrás, y no parecía inquietar lo suficiente el Madrid hasta que apareció de nuevo un chaval que se mueve en la cuerda floja con paso firme y ángel para las remontadas: Rodrygo protagonizó una jugada de esas que se le recordarán siempre para empatar el choque y llevarlo a la prórroga, donde Benzema, que siempre se guarda un hueco en estas lides, y Vinicius certificaron otra vuelta al marcador.

El partido comenzó con ambos equipos tanteándose el uno al otro, tratando de desentrañar las intenciones del rival. Y pronto se vio a un Atlético cómodo en el partido frente a un Madrid que no lo estaba tanto: con Griezmann entre líneas, la posición en la que volvió a brillar en el mundial, Nahuel Molina encontrando el carril por la derecha y Morata atento a los espacios, los de Simeone plantaron su bandera en el Bernabéu. Por su parte, el Madrid se mostraba timorato en la recuperación e impreciso en campo rival cuando procuraba meter una marcha más al balón. Benzema no encontraba con quién asociarse, Valverde perdió varios balones y a Vinicius no le salían las cosas.

Mientras, el Atlético no desaprovechó la que tuvo: Koke abrió a la derecha para la entrada de Nahuel, el argentino centró al área pequeña y Morata remató a la red en una jugada rápida y muy bien trenzada para aprovechar el boquete que dejó en defensa el equipo blanco. Para colmo de males, el primer tiempo acabó con Mendy tendido en el suelo y pidiendo el cambio: sin cambios lógicos a los que agarrarse más allá de un Odriozola con el que ha quedado claro que no se cuenta, Ancelotti recordó la ocurrencia de Deschamps en el mundial con Camavinga en el lateral izquierdo y metió a Ceballos en el centro del campo.

Otro Madrid en la segunda parte

Era ya el final del primer periodo y así quedaban las piezas en el tablero: el Atlético por delante, la necesidad de remontar y un experimento en camino, y lo cierto es que el Madrid reaccionó en el segundo tiempo como debía: volcándose sobre el área rival. A Camavinga se le vio varias veces recuperando la posición en el lateral cuando el Atlético dirigía allí sus ataques, y es que el francés tiraba para el monte: el centro del campo, pero cumplió con creces en defensa y dispuso su buen criterio en ataque. Por su parte, Ceballos prolongó el buen momento de los últimos partidos a pesar de algunas pérdidas evitables. Mejoró el equipo en general, con Valverde entonándose en sus ofensivas, Militao ejerciendo de jefe en la defensa y Kroos y Modric comenzando a dirigir desde el centro de operaciones.

En la ocasión más clara, Oblak despejó un disparo de Benzema y Vinicius no supo aprovechar el rechace. Faltaba más mordiente arriba para sacar partido de su dominio, y para ello Ancelotti movió el banquillo y dio entrada a Rodrygo y a Asensio en lugar de Kroos y Valverde a pesar de que habían mejorado sus prestaciones en la segunda parte. Y entonces llegó una genialidad individual de esas que a veces se necesitan para decantar partidos a favor: con un slalom que firmaría Ronaldo Nazario pero una definición más propia de Romario, Rodrygo marcó un gol para el recuerdo cuando el partido se dirigía a un desenlace rojiblanco.

Una vez en la prórroga, el Madrid continuó apretando ante un Atlético desdibujado tras los cambios de Simeone: sin Morata, Griezmann, Correa, Koke o De Paul, era otro equipo distinto. Ordenado, pero distinto. Y en el minuto 98 también se fue Savic, pero tras ver la roja al llegar tarde a un cruce con Camavinga. Se quedó con uno menos el Atlético, que tiene motivos para la queja pues Ceballos pudo ver la segunda al final de la segunda parte. Poco después encontró el Madrid el segundo en las botas de Benzema, pero lo que tendría que haber sido una segunda parte de control con un jugador más, se convirtió en un arreón final del Atlético con uno menos, con Memphis como principal amenaza y Kondogbia como lanzadera. No obstante, con el Atlético ya volcado arriba y sin piernas, Vinicius aprovechó una contra para marcar el tercero y terminar con buen sabor de boca un día que no empezó de la mejor manera con cosas que no tienen nada que ver con el fútbol y con el deporte. Lo que sí dejó este fue un gran derbi resuelto por la fe infinita de este Madrid.

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Gabriel Caballero

Periodista
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