El debut de Alemania era uno de los más esperados. La Mannschaft se ha plantado en Brasil con un grupo de futbolistas de altísimo nivel, con el aval de si historia reciente en campeonatos internacionales (un subcampeonato y dos terceros puestos en los últimos tres mundiales; un subcampeonato y un tercer puesto en las últimas dos Euro) y con una idea de juego sólida y trabajada en la última década. Y ante la Portugal de Cristiano Ronaldo en el partido más exigente de su grupo ha llevado la voz cantante y ha dado el primer golpe encima de la mesa. Alemania avisa: están en Brasil para conquistar Maracaná.
Seamos claros: me atrevo a decir que el combinado que dirige Joachim Löw es el más completo y fuerte de todo el Mundial. Ni siquiera la importante ausencia de Marco Reus provoca dudas. Desde portería a portería, Alemania dibuja un once experimentado, técnicamente exquisito, sólido y demoledor. Si bien el 4-0 cosechado ante Portugal podríamos decir que es en cierto modo un resultado engañoso, también es de recibo reconocer que Alemania ha dejado su sello y detalles de lo que puede llegar a hacer. Löw lleva años dedicándose a la composición de un equipo y a la manifestación de un estilo del que apreciamos los primeros destellos de gloria en la Eurocopa de 2008 que ganó España. Los Kross, Özil, Götze y compañía prolongan en el tiempo aquel juego de combinación, de toque y a la vez de verticalidad y profundidad que en el presente curso ha tenido su máximo exponente el Bayern de Munich de Guardiola.
Insisto en la idea que el de hoy no es el partido de referencia que pueda examinar al completo a esta selección. Hasta el penalti transformado por Müller y la roja a Pepe, Portugal se ha acercado también con cierto peligro. Escaso, sin embargo, para el potencial de la Selecçao en ataque (a pesar de Hugo Almeida, todo sea dicho). A partir del 2-0 y la expulsión, Alemania se ha podido dedicar a quitarse las telarañas en el estreno mundialista, probar movimientos y combinaciones y favorecer que Müller se posicione, por el momento, como el máximo artillero del campeonato con tres tantos.
Los detalles exquisitos de Özil al primer toque, de Götze con formidables controles y de Kroos con cambios de juego de 30 y 40 metros permiten soñar con un equipo que compita por el estilo de posesión y dominio de los partidos con la (para no olvidarnos) todavía campeona del Mundo, la selección española. Y para despejar dudas, si por algo aposté por una Alemania triunfadora en Brasil, es porque además de control y posesión, la Mannschaft dispone de profundidad y de gol. Algo que le ha faltado a La Roja en los últimos años a pesar de los indiscutibles y merecidos éxitos.
Pero para no adelantarnos demasiado, digamos que Alemania es clara favorita a acabar primera del grupo G por delante de una Portugal que ha perdido para la(s) próxima(s) cita(s) por lesión a Coentrao y Almeida y por sanción al central del Real Madrid. Los árbitros de este Mundial están con el silbato excesivamente juguetón, eso o estamos muy mal acostumbrados con el arbitraje europeo (que lo estamos). Dicho sea de paso que el penalti sobre Götze así me lo parece y que la roja a Pepe es justa, porque un jugador de talla mundial como él no puede perder los papeles a la mínima como acostumbra a hacer. Habrá que ver, eso sí, si los colegiados mantienen este mismo arbitraje hacia todos los bandos.