A pesar de que muchos le acusaran de rácano, Louis Van Gaal no vio necesidad de alterar el planteamiento que le había servido para ridiculizar a España y clasificarse como primera de su grupo. Si algo funciona, ¿para qué tocarlo? Así pues, Holanda saltó al césped con un 5-3-2 para enfrentarse a México, en partido de octavos de final del Mundial de Brasil 2014.
El problema para el técnico oranje llegó en el minuto 8 con la lesión de De Jong. Blind pasó a jugar en el centro del campo, y entró al terreno de juego Bruno Martins para ejercer de central. Un baile de piezas que desorientó a Holanda y que sirvió para que México se impusiera claramente en la batalla por el centro del campo. Marcaba el ritmo un omnipresente Héctor Herrera, que sabía bien cuándo tocaba ser paciente, y cuándo romper hacia adelante.
México era muy consciente del peligro de las velocísimas transiciones de Holanda, y por ello aseguraba siempre los pases y buscaba finalizar jugadas, aunque fuera con disparos lejanos. Era importante evitar los letales contragolpes de Robben. Aún así, el del Bayern de Múnich tuvo oportunidades para correr en la primera parte, pero México se desplegaba bien en las ayudas.
Sólo habían pasado seis minutos de la segunda parte, cuandio Gio Dos Santos orientó un balón con el pecho para acto seguido disparar desde fuera del área y lograr el 1-0. La ventaja en el marcador era justa, y Van Gaal supo que debía mover ficha. Comenzó por dar entrada a un futbolista más ofensivo como Depay en detrimento de Verhaegh.
Menos acertado fue el cambio de Miguel Herrera, cuando a falta de casi media hora para el final retiró a Gio por Aquino. México comenzó a retrasar líneas, cada vez estaba más lejos de la portería de Cillessen. Sus ataques se iniciaban con muchos metros por delante, y muy pocos hombres para afrontarlos, por lo que Holanda no sufría en defensa. Podía centrarse en el ataque.
Cuando en el minuto 78 el colegiado paró el partido para que los jugadores se hidrataran, Van Gaal terminó de ajustar a su equipo. Retiró a Van Persie para que Huntelaar disputara sus primeros minutos de Mundial, y pasó a un 4-3-3 con Robben de extremo derecha. La posición en la que Robben se ha hecho grande. La posición desde la que machacó a México.
Y es que Robben está siendo, hasta el momento, el hombre del Mundial. Su actuación en estos octavos de final ha sido colosal, asumiendo galones cuando su equipo más necesitado estaba de un líder. Partiendo desde la banda derecha volvió loco a Reyes, y antes de que llegara cualquier ayuda el del Bayern ya se había ido. El aluvión de ocasiones nacidas de sus botas fue infinito, y con una de ellas forzó un saque de esquina que Huntelaar dejó de cara para que Sneijder fusilara a Ochoa y lograra el empate. Del guardameta mexicano he de decir que no me entusiasma tanto como al resto del mundo. Sus paradas durante el Mundial han sido de un mérito evidente, pero no da la sensación de ser un portero que transmita seguridad a su defensa. Sobre todo porque en el juego aéreo deja mucho que desear.
Parecía que nos íbamos a la prórroga, cuando de nuevo Robben apuró línea de fondo con una velocidad endiablada, y forzó un penalti tras una entrada inocente e impropia de un futbolista de la experiencia de Márquez. Debería haberlo tirado el propio Robben, pero le otorgó esa responsabilidad a un Huntelaar que lo ejecutó de forma inapelable. El delantero del Schalke entró en contacto con el balón en tres o cuatro ocasiones. Le bastaron para firmar un gol y una asistencia.
Holanda tiene recursos en su banquillo, pero no sólo en lo que se refiere a jugadores, sino también en un técnico como Van Gaal que sabe leer los partidos como nadie, y adaptarse según el guión. Y por supuesto, Robben. Un futbolista para la historia, que ha llegado a Brasil pletórico en cuanto a estado físico y fuerza mental. Se sabe líder de Holanda, y Van Gaal dispone las piezas de la forma más adecuada para potenciarlo. El juego de la Oranje no enamora, pero de momento se impone.
