Nos dice un colega, hace unos años, que un centro de Dani Alves lo remataría Gonzalo Higuaín para que ambos tengan pie y medio en una final de Champions y pensaríamos “este tío está loco”. Es como pensar hoy en día que Jordi Alba y Benzema protagonizarán en un futuro una jugada de similares características. Aunque lo segundo son elucubraciones para comprender el concepto, lo primero sucedió ayer entre un exjugador del Barcelona que le salió gratis a la Juventus porque los culés negociaron así de bien su renovación —“si te llega una oferta molona, te piras, no hay problema— y un exdelantero del Real Madrid al que le abrieron la puerta porque Benzema le comía la tostada y porque el Nápoles ponía sobre la mesa 40 millones, un poco menos de la mitad de lo que pagó su actual club en verano —90 kilos— para hacerse con los servicios de un futbolista al que le fue bien el cambio de aires.
A eso hay que sumarle que la Juventus tiene el título doméstico a tiro y que es finalista de la Copa de Italia. De nuevo aspira al triplete sin que la marcha de Pogba a Old Trafford haya hecho mella, cubriendo además la marcha de Morata con los goles de Higuían y demostrando en noches como la de ayer que también puede acertar, y de qué manera, en las noches importantes. El primero fue un perfecto remate llegando desde atrás y en el segundo se vio asistido por Dani Alves, que en dos días cumplirá 34 años y que sueña con levantar su cuarta Champions. El brasileño corretea por la banda incansable, sigue siendo una garantía y no se corta a la hora de atacar. Suma dos goles en la Serie A, dos en Europa y cuatro asistencias entre ambas competiciones, la última la que sirvió ayer a Higuaín, quién se lo iba a decir, para que ambos dejaran tocado y prácticamente hundido al Mónaco de Mbappé y compañía.