Mourinho, el entrenador que dividió al Real Madrid, el mismo que no logró la Décima, que puso contra las cuerdas y contra la grada a un icono como Iker Casillas, sigue siendo para muchos un mesías que nunca debió abandonar el banquillo merengue. Para muchos, es el autor del fin de ciclo del Barcelona. Un fin de ciclo que, por otro lado, se ha comprobado que no sólo no ha tocado su fin, sino que tiene visos de perdurar mientras se mantenga el estilo y la filosofía en el archienemigo. Mourinho, un ejemplo dentro y fuera de los terrenos de juego, se postula, pocas horas después de que lo hayan echado del Chelsea, como candidato oficial a suceder a Benítez.
Decimosexto en la Premier —a un punto del descenso y a 20 del liderato— , eliminado de la Copa de la Liga, y en octavos de final de la máxima competición continental tras una irregular fase de grupos, Mourinho abandona Londres sin, de nuevo, haber logrado la ansiada Liga de Campeones. Un bagaje demasiado pobre para un proyecto campeón y del que esta vez no ha podido salir triunfador. Querido como el que más en Londres, Abramovich se ha quitado del medio al mejor técnico de su historia para cambiar la dinámica. Mou ha demostrado que segundas partes nunca fueron buenas. Y paradójicamente, esa segunda parte la están deseando, como locos, en Madrid.
Gráfico | El País
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