Nunca antes habían pasado 25 días desde que el Real Madrid anunciara el adiós de un entrenador y contratara a otro. Desde que se supiera de forma oficial que José Mourinho no seguiría en el Santiago Bernabéu hasta que este mediodía ha anunciado la contratación de Carlo Ancelotti se ha hablado mucho, aunque era un secreto a voces que el italiano iba a sentarse en el banquillo una vez el PSG le encontrara sustituto. Así ha sido: Laurent Blanc ocupará el cargo que deja el italiano en París y así, se ha desbloqueado el traspaso de Carletto al conjunto blanco. El Madrid ya tiene dueño para un banquillo herido tras el paso de Mou.
No sé qué pensaréis vosotros, pero su llegada me despierta escepticismo. No sé identificar si positivo o negativo. Por un lado es indiscutible que Ancelotti es un gran entrenador y a su palmarés me remito. Lo que también es verdad es que sus mayores logros, en el Milan, llegaron tras una larga etapa donde brilló la paciencia, todo lo contrario de lo que le espera en Chamartín. Dos Champions en su haber y una final que se le escapó contra el Liverpool son sus credenciales para conducir al Real Madrid a la ansiada décima. Este año ha coronado al PSG como campeón de Francia. Y llega al Bernabéu tras un culebrón que ha durado mucho.
El PSG ha tardado una vida en encontrarle sucesor. Sonaron muchos, entre ellos Laudrup, Villas-Boas, Rafa Benítez y hasta Capello, que hace unos días rechazó la posibilidad de dirigir a los galos. Finalmente ha sido el plato menos esperado, pero el más atractivo, como es Blanc, el que ha permitido a Ancelotti fichar por los blancos. Eso sí, Florentino tendrá que abonar 4,5 millones de euros por sus servicios, que si todo marcha bien durarán tres temporadas. Mañana será presentado y a partir de entonces, el reto de devolver al Madrid a la cumbre del fútbol europeo. Con su llegada se gana paz y sosiego. No es ‘The Special One’ pero también llega feliz. A la tercera. Ya en 2004 y 2010 Florentino lo quiso. Ya lo tiene. Que tenga suerte.