Ni los 25 millones, o 20, o los que sean, que deja en las arcas el bueno de Thiago parecen convencer al barcelonismo. De la llegada de Neymar hace mucho tiempo ya, y el boom por su fichaje ya se ha evaporado. Queda, como con Thiago en la Bundesliga, verle de corto en el Camp Nou, anestesiando a rivales, levantando títulos, demostrando que el adiós de la enésima creación de la cantera culé no es, para nada, tan traumática como se dibuja. Los que crucifican el adiós del centrocampista argumentan que la venidera iba a ser la temporada en la que más minutos iba a tener. Lo mismo se esperaba hace un año y aquí están las consecuencias. Ha jugado tan poco, ha sido tan listo, que una pillería en su contrato que pasó por alto la directiva azulgrana le permite cambiar de aires cuando hace dos años firmaba su renovación hasta 2015, con una cláusula de 90 millones que al final no ha resultado ser tal por el mal manejo de la situación, no sé si de Zubizarreta, de Tito Vilanova o de la vecina del quinto. La cuestión es que el Barça pierde al probablemente mejor jugador español de su generación en estos momentos y aunque duela decirlo tan vulgarmente, se le escapa por tonto.
A Sandro Rosell se le acumulan los problemas. A la cagada de vender a Thiago sin estar en los planes, la de regalar a Villa al Atlético o la de dar matarile a Abidal de aquella manera, se le une su disputa inesperada con el icono del barcelonismo y exentrenador blaugrana, Pep Guardiola. Este lunes el presidente hablará en una entrevista en 8TV con Josep Cuní. Aunque el viento no sopla a su favor, estoy seguro que aire no le faltará para capear el temporal, algo a lo que ayuda la prensa deportiva catalana. Thiago se marcha a todo un campeón de Europa, donde la competencia será máxima, donde se le exigirá que rinda como el crack al que aspira ser y que todavía no es. Allí le espera su mentor, el mismo que le ha dicho ven para que lo deje todo. El mismo que hace unos años devolvía la gloria al Barça, que a su vez, tras su insospechada marcha, le deseaba suerte. No sabemos si buena o mala, pero tras los últimos acontecimientos, la respuesta parece clara.
En NdF | Thiago tiene la sartén por el mango