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Diego Costa desquició al Sevilla

El 2-1 cosechado en la ida del Vicente Calderón era un resultado peligroso, especialmente para el Atlético de Madrid. Su ventaja era muy relativa debido al gol sevillista a domicilio, por lo que el Cholo Simeone tenía claro que perforar la portería de Beto era indispensable para estar en la final. Sin embargo, no era necesario correr ningún riesgo en su búsqueda. De hecho, el Atlético podía disputar el encuentro potenciando su fútbol de contragolpe. Debía ser el Sevilla el que llevara el peso del juego.

Y así fue. El Sevilla tenía el dominio del balón, pero no del partido. Ese correspondía a un Atlético de Madrid que jugaba a lo que quería el Cholo. Eterno mérito para el técnico argentino haber convertido en poco más de un año a un equipo ejemplo de irregularidad, en la principal alternativa a Real Madrid y FC Barcelona. Principalmente se debe al carácter ganador que ha imprimido en sus futbolistas, y que le ha otorgado un puesto de protagonista a Diego Costa. El brasileño ya es un titular indiscutible para Simeone, y con partidos como el de ayer demuestra los motivos.

Diego Costa, un futbolista de esos que los rivales odian pero que como compañero te gusta tener al lado. En ocasiones sus conductas son del todo denunciables, y en otras –como anoche– se las arregla para desequilibrar un partido y sacar de quicio a toda la defensa rival él sólo. A veces esto desemboca en su propia expulsión, pero cuando es capaz de autocontrolarse como anoche fue el caso, es un activo enorme para su equipo.

Antes de provocar las expulsiones de Medel y Kondogbia ya en el tramo final del encuentro, fruto de la impotencia de un Sevilla que ya veía imposible la remontada, Diego Costa había encarrilado la eliminatoria para el conjunto colchonero. Mucho antes, de hecho. A los cinco minutos, el delantero atlético agarró un balón suelto para sacarse un gol de la nada. Los deberes hechos para el Atlético. El Sevilla necesitaba dos goles para forzar la prórroga. Los visitantes ya podían llevar al extremo su plan de esperar al rival bien armados en defensa y salir fugaces al contragolpe tras provocar la pérdida. Y así fue como a los 28 minutos Falcao firmó el segundo, a pase del propio Diego Costa. Un 0-2 que obligaba al Sevilla a lograr cuatro tantos. Una quimera.

Y a pesar de ello lo intentaron y por ocasiones claras pudieron haberlo conseguido, pero entre Courtois y la pólvora mojada de los delanteros sevillistas, la remontada se quedó en un mero intento. Pero al menos fueron capaces de empatar el partido. El primero en acortar distancias fue Jesús Navas, el mejor futbolista de este equipo, que con un disparo con efecto al palo largo de la portería colchonera dio muestras de su enorme calidad.

Necesitaban tres goles los de Unai Emery en la segunda parte. Complicado, pero posible. Y salieron con las ideas muy claras de cómo lograrlo. El balón circulaba a mayor velocidad, se aprovechaban las bandas para hacer daño, y las ocasiones claras de gol se sucedían, pero sin fortuna en el remate. A medida que pasaban los minutos y la posibilidad de remontada se desvanecía, el juego se fue endureciendo producto de la impotencia y así fue como el Sevilla acabó con nueve jugadores sobre el césped. Antes de esto, Rakitic había logrado el 2-2 definitivo con el tiempo ya cumplido.

Así pues, habrá derbi madrileño en la final de Copa. Un partido de gran atractivo entre dos de los mejores equipos del país, para seguir dando prestigio a un torneo que con los años se había devaluado. El Atlético se deberá enfrentar a su bestia negra. Esa a la que hace años que no puede vencer. Pero estamos hablando de un escenario y circunstancias completamente diferentes a sus últimos enfrentamientos. Estamos hablando de una final, de un escenario neutral, de la tensión de un título. El Atlético del Cholo ya ha demostrado que sabe competir en estas situaciones. ¿Quién se atreve a hacer un pronóstico?

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