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El PSG, finalista de la Champions 2020: ¿el dinero no da la felicidad?

Dicen que el dinero no da la felicidad, pero en el caso del fútbol, y más concretamente del PSG, esa teoría es más que discutible. Por fin, después de encadenar fracaso tras fracaso, el jeque puede presumir de haber llevado al conjunto parisino a una final de la UEFA Champions League; su verdadera asignatura pendiente desde que aterrizó en la capital francesa allá por el año 2011. Nueve años de constante inversión, de fichajes de relumbrón, de petrodólares malgastados en futbolistas que no daban lo que prometían. Pero la sonrisa de Nasser Al-Khelaïfi al término del encuentro de semifinales ante el RB Leipzig (0-3) era el vivo retrato de la satisfacción más absoluta. Y eso, que todavía no han elevado al cielo lisboeta la Orejona.

El protagonista ante los alemanes fue uno de los ‘veteranos’: Ángel Di María, que llegó al Parque de los Príncipes en 2015, procedente del Manchester United, tras abonar 63 millones de euros. A una edad ―32 años― en la que en el Barcelona, por ejemplo, sería una vaca sagrada y tendría que abandonar a todas luces la entidad por ser demasiado mayor, demostró que la motivación, las ganas y el buen estado de forma son superiores a cualquier cifra que aparezca impresa en un documento de identidad. De sus botas nacieron dos asistencias y un golazo que neutralizaron un RB Leipzig desconocido, lejos del nivel que ofreció ante el Atlético y, posiblemente, demasiado respetuoso ante el inventario de estrellas que tenía enfrente.

Marquinhos abrió la lata al filo del cuarto de hora y antes del descanso Di María encarriló la eliminatoria con el 2-0. Entre tanto, Julian Nagelsmann fue superado en el planteamiento del duelo por su mentor, Thomas Tuchel. Demasiado agazapado, sufrió en sus carnes la presión alta a la que le sometió el PSG, en el que hasta Neymar no daba un balón por perdido. El brasileño, una vez más, estuvo en su salsa y brilló como en cuartos, con total libertad de movimientos. Mbappé, ya titular, conectó con el 10 con buenos desmarques de ruptura, fijando a los centrales; en un contexto en el cual el cuadro germano no encontró la fórmula para frenar las constantes aproximaciones al área de Gulácsi.

El despertar del mismo equipo que días atrás había maniatado al Atlético llegó en la segunda mitad, cuando el PSG no estaba para demasiadas sorpresas. La diferencia principal, una vez más, quedó evidenciada en las áreas. Mientras que 9 de los 14 disparos de los franceses terminaron entre los tres palos, únicamente 3 del mismo número de intentos por parte del Leipzig pusieron en apuros a Sergio Rico. Otro español, Juan Bernat, sentenció antes de alcanzar la hora de juego y el envite quedó visto para sentencia. Dicen que el dinero no da la felicidad, pero en el caso del fútbol, y más concretamente del PSG, esa teoría es más que discutible: 1.242 millones de euros tienen la culpa.

En NdF | La redención de Neymar

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