El fútbol no sería lo mismo sin aquello que no se puede prever ni sujetar a una pizarra. Puedes cumplir media hora de partido haciendo las cosas bien, tal y como estaban planeadas y que todo salga según el guion que habías establecido, y que en un suspiro aparezcan las musas para echar todo al traste. Sabes que tienes enfrente a uno de los mejores jugadores del mundo y puedes trazar un plan para sujetarlo, pero basta un pequeño despiste o dar un metro de más a Mbappé para que el descuido termine en gol y el partido se ponga cuesta arriba.

Porque el Milan estaba haciendo bien las cosas en París: hubo un tramo en la primera parte en la que el PSG era incapaz de salir con el balón jugado, atrapado en la telaraña que los de Pioli tejieron con su presión. Firmes atrás y jugando en campo contrario, sólo faltaba más chispa arriba para mover el marcador, hasta que llegó Mbappé y en lugar de encender una chispa provocó un incendio. Y no es que Tomori hiciera nada mal en su marca, pero simplemente dejó actuar demasiado al delantero galo, al que le bastó esa libertad para acomodarse el balón y soltar un disparo raso ante el que Maignan sólo pudo observar.

El gol en contra fue una losa para el cuadro rossonero, que a partir de entonces perdió la batalla en el centro del campo. Por ahí transitaba para lanzar al PSG Zaïre-Emery, un chaval de 17 años con una zancada, conducción y visión de juego muy a tener en cuenta. Si alguien se pregunta cómo ha podido quitarle el sitio a Verratti, ya fuera del club, o a dos soldados ya curtidos en muchas batallas como Fabián o Soler, que vea lo que hace sobre el césped.

El PSG comenzó a mandar; sin embargo, cuando más destacó fue cuando tuvo metros por delante para correr: a Luis Enrique le gusta tener el balón y cocinar las oportunidades, pero cuando tienes delante a Mbappé, Kolo Muani y Dembélé, los espacios son autopistas hacia la portería rival. Así llegó el segundo con una buena definición del ex del Barcelona, que no obstante fue anulado por falta previa de Ugarte sobre Yunus Musah. Pero no tardó en llegar otro: fue en un córner que pilló a varios jugadores del Milan mirando a la Torre Eiffel, Maignan despejó a donde no debía el disparo de Dembélé y Kolo Muani envió el rechace a la red.

Tenía ya el PSG el partido en el bolsillo con dos goles a favor, pero Mbappé quería más y a punto estuvo de lograrlo de no ser por una gran intervención de Maignan. No obstante, el portero francés, que volvía a la que fue su casa, no pudo evitar el tercero cuando Kang-in Lee, que había salido desde el banquillo, marcó tras una gran jugada de Zaïre-Emery.

No está acostumbrado el Milan a enfrentarse en Italia a delanteros del calibre de los que tuvo enfrente en el Parque de los Príncipes, que fueron aviones en cada contraataque. Si, además, el Milan no aprovechaba las pocas que tuvo, como una de Leao en la que Achraf llegó justo a tiempo para desviar u otra en la que Pulisic no estuvo acertado cuando se dirigía solo hacia Donnarumma, era complicado llevarse puntos de París, como complicado se ha puesto el pase a octavos después de tres jornadas con dos empates y sin marcar un solo gol: mucho tendrán que cambiar las cosas para el semifinalista de la pasada temporada.

         

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Gabriel Caballero

Periodista
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