Con el Bayern Múnich a la estela en Alemania no puedes tomarte un respiro, pero ya se hizo oficial lo que tenía todos los visos de suceder: el Bayer Leverkusen rompió la hegemonía del conjunto bávaro y se proclamó campeón de la Bundesliga por primera vez en su historia. Y sin perder aún ningún partido a falta de cinco jornadas para el final. Lo que ha conseguido Xabi Alonso con el cuadro germano se recordará como una de las páginas más bonitas y meritorias del libro del fútbol europeo: un equipo que funciona como un reloj y en el que ha sacado el máximo rendimiento de jugadores como Wirtz, Boniface, Xhaka, Frimpong, Tah o Grimaldo. Y la temporada no ha acabado: están en la final de la copa alemana, que disputarán ante el Kaiserslautern, y en cuartos de Europa League, donde derrotaron al West Ham en la ida del BayArena por 2-0. Sólo el modesto Qarabag, en octavos, puso a los de Xabi contra las cuerdas. Ya es una temporada histórica, pero puede ser de leyenda.

A pesar de ser uno de los equipos con solera en el fútbol alemán, su palmarés era escaso: apenas una copa en 1993 más un puñado de subcampeonatos de liga. Por ello pasó de Neverkusen a Vizekusen, pero ahora es el Neverlosen. Especialmente sangrante fue la temporada 2001-02, donde llegó a las finales de Copa y Liga de Campeones y perdió ambas, además de quedarse a sólo un punto del campeón de la Bundesliga, el Borussia Dortmund. Aunque, si hablamos únicamente del campeonato de liga, peor fue lo que ocurrió en el año 2000, cuando finalizó la temporada con los mismos puntos que el campeón, el Bayern, tras haber llegado a la última jornada como líder y perder con el Unterhaching, un equipo que apenas podría sonarnos del PC Fútbol.

El caso es que el Bayer Leverkusen había armado un equipo fuerte que podía pelear por el título de liga, dirigido por Christoph Daum y con baluartes en el terreno de juego como el brasileño Emerson, que después rindió muy bien en Italia con Roma y Juventus y no tanto en España con el Madrid, el precisamente exmadridista y compatriota Zé Roberto, el goleador Ulf Kirsten, leyenda del club durante toda esa década y campeón de copa en 1993, Ramelow (que estaba en el Hertha Berlín como finalista en aquella copa), Nowotny…

El cambio en el banquillo llegó en la temporada 2000-2001, cuando el equipo se mostró más irregular en liga. Dos leyendas del fútbol alemán como Völler primero y Berti Vogts después asumirían el cargo el resto de la temporada. En Europa no marchaban bien las cosas: el equipo no pasaba de la fase de grupos de la Liga de Campeones, como ocurrió en el 2000 y también en 2001, cuando quedaron encuadrados en el mismo grupo del Madrid y nos dejaron un memorable partido en el Bernabéu que acabó 5-3. Guti por dos veces, Helguera, Raúl y Figo marcaron para el conjunto blanco. La tercera plaza de grupo les dio un lugar en la UEFA en ambas ocasiones, pero no les fue mejor al caer ante Udinese y AEK Atenas a las primeras de cambio.

Para la temporada 2001-2002 hubo otro cambio en el banquillo: llegó Klaus Toppmöller tras una larga trayectoria en equipos modestos del fútbol alemán. Ese mismo verano se marchó el defensa croata Robert Kovac al Bayern Múnich, una baja importante, pero llegaron dos fichajes tan acertados como el mediapunta turco Bastürk y el guardameta germano Butt, que serían vitales en lo que estaba por llegar.

En liga volvieron a pelear por el título, pero el gran salto lo dieron en Europa: tras quedar segundos en la primera fase de grupos (había dos entonces) por detrás del Barcelona, lideraron en la segunda un durísimo grupo con Deportivo de la Coruña, Arsenal y Juventus, quedando fuera ingleses e italianos. Y eso que encajaron dos abultadas derrotas en Highbury y Delle Alpi, pero hicieron del BayArena un fortín y en la última jornada ganaron en Riazor para arrebatarle a los gallegos la primera plaza.

Verdugo de Liverpool y Manchester United

En rondas posteriores continuó dando sorpresas: primero el Liverpool de Michael Owen en cuartos y después el Manchester United de Ferguson en semifinales sucumbieron ante los alemanes, liderados por Michael Ballack. El todocampista alemán había llegado en 1999 procedente del Kaiserslautern y, en su tercer año en el club, llegaría su consagración. 17 goles en liga y 6 en Champions fueron sus credenciales. Junto a él formaban la base del equipo el ya mencionado Butt, célebre por sus paradas y también por marcar goles de penalti, el defensa brasileño Lúcio, que ese mismo verano sería campeón del mundo con Brasil (ante la Alemania de un Ballack que no pudo jugar la final por sanción), el centrocampista Schneider o el delantero de origen suizo Neuville, que había pasado anteriormente por el Tenerife. Estos dos últimos sí estuvieron presentes en aquella final mundialista en Yokohama.

En la final esperaba el rival más duro: un Real Madrid que había dejado fuera al Barcelona en semifinales. A esa final no acudían los de Leverkusen en el mejor estado anímico posible tras haber perdido la liga por un punto y la final de copa ante el Schalke 04. Contra el Madrid no estaría, además, Zé Roberto por sanción. Pero no se arrugó el Bayer, que no tardó en empatar por medio de Lúcio el tempranero gol de pícaro de Raúl, sin embargo, el nombrado mejor gol de la historia de la Champions, aquella volea de Zidane, fue ya demasiado.

¿Y qué pasó en la Bundesliga? Pues que Borussia Dortmund, Bayer Leverkusen y Bayern Múnich acabaron en apenas dos puntos. Terceros fueron los bávaros, que habían ganado liga y Champions el año anterior, pero en esa ocasión sucumbieron ante el Madrid en octavos y en liga quedaron a dos puntos del Dortmund, que sería campeón. Y lo sería por última vez en 9 años, que fue el tiempo de sequía hasta que volvieron a lograrlo en 2011 con Jürgen Klopp en el banquillo.

El Borussia Dortmund de Matthias Sammer

Era aquel Dortmund de 2002 un buen equipo: dirigidos por el mítico Matthias Sammer, Balón de Oro en 1996 tras alzar la Eurocopa con Alemania, contaban con veteranos de la Liga de Campeones lograda en 1997 ante la Juventus como Reuter y Kohler, además de Ricken, el inesperado héroe de aquel partido. Asomaban jóvenes talentos como Sebastian Kehl o un centrocampista checo al que llamaban el pequeño Mozart, de nombre Thomas Rosicky, además de su compatriota, el gigantón Koller, que compartía delantera con el brasileño Marcio Amoroso, ex del Calcio y que fue máximo goleador de la Bundesliga. La portería, por su parte, era cosa del célebre Jens Lehmann antes de emprender camino al Arsenal. Sin embargo, en Europa corrieron la misma suerte que el Bayer Leverkusen al perder la final de la Copa de la UEFA ante el Feyenoord de Tomasson y Van Hooijdonk, y en el que empezaba a despuntar un joven Van Persie, que ganaría su único título internacional en esa ocasión.

Sólo un punto separó al Bayer Leverkusen de ganar la liga en aquel año espectacular y fatídico a partes iguales. Las cosas fueron muy diferentes al siguiente: el Bayern, como es tradición, se llevaba a los mejores jugadores de la Bundesliga, y Michael Ballack y Zé Roberto se fueron al Allianz Arena. En liga, los de Leverkusen quedaron decimoquintos con sólo cuatro puntos por encima del descenso, y en Europa pasaron la primera fase de grupos de la Champions, pero cayeron con estrépito en la segunda al no sumar punto alguno ante Barcelona, Inter y Newcastle. Klaus Toppmöller fue destituido a mitad de temporada. No obstante, al año siguiente volvieron a posiciones de privilegio en Alemania con Augenthaler en el banquillo y liderados por un joven Dimitar Berbatov.

Fue el final de uno de los mejores periodos del Bayer Leverkusen en su historia que, sin embargo, no se vio refrendado en las vitrinas del club. Por ello en Leverkusen son plenamente conscientes de lo que significa el título de liga logrado por los pupilos de Xabi Alonso, que estarán en la próxima edición de la Liga de Campeones, quién sabe si dando más de una sorpresa como aquel equipo de 2002.

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Gabriel Caballero

Periodista
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