Se consumó la sorpresa tras el asalto a Villa Park de hace una semana: el Olympiacos pasó a la final de la Conference League tras derrotar al Aston Villa de Unai Emery, una de las sensaciones de este año en la Premier League. Como si fuera Teseo en el laberinto del Minotauro, el equipo griego hizo trizas los pronósticos tras vencer por 2-4 en Inglaterra y sentenciar en El Pireo por 2-0. Y, como todo buen mito, cuenta con sus propios héroes: uno en el campo, el delantero El Kaabi, autor de un hat-trick en Villa Park y del doblete del partido de vuelta, y otro en el banquillo, el héroe sencillo: el técnico José Luis Mendilibar, quien tras alzar la Europa League el pasado año con el Sevilla, tiene ahora ante sí la oportunidad de ganar la Conference League, ese torneo que parece ideado para dar una alegría continental a equipos que se hallan fuera del radar de la Liga de Campeones o la Europa League: lo hizo con la Roma de Mourinho, el West Ham o la Fiorentina, que parece haber hecho de la Conference su casa: fue finalista el año pasado y repite en esta ocasión como rival del conjunto heleno.

La historia del Olympiacos, casi centenaria (fue fundado en 1925), es densa y plagada de días continentales, y sin embargo no había llegado nunca a una final europea. No obstante, el equipo griego es pura mitología de la Champions: cuando el máximo torneo continental de clubes no estaba acaparado por las grandes ligas, era habitual ver representantes de varios puntos de Europa, y en muchas ocasiones con representantes habituales, dominadores en sus respectivos países: el Anderlecht de Bélgica, el Rosenborg noruego, el Goteborg de Suecia, el Steaua de Rumanía, el Ferencvaros húngaro o el Galatasaray de Turquía. Y en Grecia, el máximo exponente es el Olympiacos, que ha ganado 47 veces la liga, muy por encima de las 20 que acumula el Panathinaikos. Y eso que atravesaron una mala racha a finales de los ochenta y principios de los noventa, cuando estuvieron una década sin alzar un título que se repartieron Panathinaikos y AEK Atenas, además del Larissa, que fue una única vez campeón en 1988.

Es imposible no acordarse de un Olympiacos habitual de la fase de grupos de la Champions, como ese rival que no era de los más duros pero que siempre podía complicarte la vida en Grecia. Como imposible es no recordar a sus porteros Eleftheropoulos o Nikopolidis, que alternaban buenas intervenciones con días no tan afortunados. Una cosa que siempre me llamó la atención del conjunto heleno es que, al ver su alineación, era habitual reconocer jugadores y pensar: “anda, está en el Olympiacos”. Y es que el equipo griego se convirtió en un destino frecuente de muchos futbolistas de renombre para pasar allí sus últimos años de carrera, ya fuera por las bondades de El Pireo, a un paso de Atenas, por jugar en una liga competitiva pero menos exigente que las grandes y por un equipo habitual de la Liga de Campeones.

Así, por el Olympiacos pasaron jugadores como el brasileño Giovanni, ex del Barcelona y que estuvo en Grecia varios años; Zahovic; Karembeu, campeón de Europa con el Madrid y de todo con Francia; nada menos que un Balón de Oro como Rivaldo, que jugó tres años en El Pireo y dos más en el AEK; Galleti, extremo argentino del Zaragoza, así como sus compatriotas Ibagaza, Saviola y Schurrer, viejos conocidos de la liga española; Kovacevic, que siguió marcando goles en Grecia como hiciera en San Sebastián; Mellberg, Maresca, Cambiasso o, más recientemente, James Rodríguez o Marcelo tras toda una vida en el Real Madrid. Pero no todo eran veteranos de guerra: un joven Yaya Touré pasó por El Pireo antes de fichar por el Mónaco y después por el Barcelona.

Los futbolistas españoles tampoco eran ajenos a los cantos de sirena procedentes del Egeo: Dani García Lara, Raúl Bravo, Marcano, David Fuster, Yeste, el guardameta Roberto o Pablo Orbaiz, tras una extensa trayectoria en el Athletic, jugaron también en el conjunto heleno. Actualmente forman parte de su plantilla Iborra, ex de Sevilla, Villarreal y Levante, el lateral Quini y el delantero Fran Navarro. Y antes de Mendilibar, otros técnicos españoles se sentaron en su banquillo: Ernesto Valverde lo hizo en dos etapas, ganando tres ligas y dos copas. Por su parte, Míchel ganó dos ligas y una copa. No tuvo tanta suerte Víctor Sánchez del Amo, asistente de Míchel y que duró un suspiro como técnico en 2016.

Y es que, aunque sea su primera final continental, el Olympiacos lleva toda la vida dando batalla en el fútbol europeo como uno de sus ilustres veteranos, y ahora, un tipo de Zaldibar los puede conducir a su primer título internacional.

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Gabriel Caballero

Periodista
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