Desconocido por el gran público, y me atrevería a decir que hasta por el minoritario, Patrick Ebert llegó en verano a Pucela con la carta de libertad bajo el brazo. A priori, con un cartel más que interesante: futbolista joven, con experiencia en la Bundesliga, con talento por la banda derecha y en su palmarés, un Campeonato de Europa Sub-21 logrado en 2009 junto a jugadores hoy de renombre como Özil, Khedira, Hummels o Neuer. En pocos meses el Nuevo Zorrilla ha sido testigo de los pros y los contras de su nuevo futbolista: determinante cuando está en forma pero demasiado amigo de las lesiones. Esto ha provocado que se haya perdido más de un partido alistado en la enfermería a la vez que ha destacado en duelos que no han pasado desapercibidos para posibles pretendientes.
Un dato: desde 2007 hasta la fecha ha sufrido 21 lesiones, tres de ellas desde que luce la blanquivioleta. Aun así, siempre que le ha tocado salir, previa pertinente recuperación de forma, lo ha hecho a un gran nivel. Ha jugado 15 de los 30 partidos del campeonato y ha firmado cinco goles, además de actuaciones primorosas como ante el Real Madrid, en la que además de marcar, asistió. El curso pasado, en las filas del Hertha de Berlín, jugó un total de 26 partidos entre Liga y Copa, cifra que quizá no alcance este curso por culpa de su última lesión, una sobrecarga que se produjo esta semana minutos antes de abandonar el entrenamiento y marcharse a casa… en bicicleta.
Sin embargo, dicha sobrecarga podría haber pasado ‘desapercibida’ en el club ante la fragilidad de Ebert en el tema, pero, casualidades o no, se produjo días después de que se le fotografiara con José Luis Pérez Caminero, secretario técnico del Atlético de Madrid, y el correspondiente cabreo monumental del Valladolid, con el que tiene contrato hasta junio de 2014. Las imágenes del directivo rojiblanco y el jugador alemán han molestado en el seno blanquivioleta por varios motivos: porque no es la primera vez que se sospecha que Ebert y su representante hablan con otros clubes y porque el Atlético no debería haber negociado con un futbolista con contrato.
El Valladolid ha mimado a un jugador que antes de fichar sembraba dudas: por su aparente carácter oscuro —que se esfumó el día que evitó que un hombre se lanzara a la vía del metro, en 2011—, su aspecto de ‘popstar’ y, sobre todo, por su amistad con los problemas físicos. Tras rendir a un buen nivel parece que su futuro está lejos de Zorrilla. Su cláusula, de 8 millones, es una perita en dulce para sus pretendientes. Y teniendo en cuenta que el futbolista se embolsaría el 35% de un posible traspaso (cosa probable ya que el próximo año se marcharía gratis), parece una evidencia su futuro. Mientras Ebert negociaba con Caminero la semana posterior a su regreso a los terrenos de juego tras dos meses, y a la vez, se vuelve a producir una sobrecarga que le impedirá jugar este fin de semana —en los ensayos salía de la partida—, Djukic y sus pupilos disponibles buscarán seguir pensando otro futuro, el inmediato, que pasa por lograr la salvación. Y lograrla pasa por estar al cien por cien. E implicado.