Ha habido que esperar a la última jornada de Liga para averiguar qué tres equipos sustituyen la máxima categoría del fútbol español por la de plata. Fue, a partir de las 21:00 horas, con los encuentros donde la permanencia y los puestos europeos compartían horario, cuando dio inicio la emoción. Dos horas después el desenlace repartió alegría y tristeza en cuatro ciudades. En La Coruña, donde el Deportivo cayó frente a la Real Sociedad; en Mallorca, donde no fue suficiente ganar al Valladolid para lograr obrar el milagro y en Zaragoza, donde una derrota terminó de hundir a los de Manolo Jiménez, se presentó la desilusión en forma de descenso. En Vigo, sin embargo, la invasión de campo llegó al conocerse que, una temporada más, el equipo celeste seguirá en Primera. La felicidad del Celta contrasta con la del resto de implicados.
El Dépor no cumple
Los de Fernando Vázquez eran los únicos que dependían de sí mismos para seguir. No obstante, enfrente tenían al rival más complicado respecto a su competencia. La Real Sociedad se jugaba estar en la próxima Champions League siempre y cuando el Sevilla le echara una mano en su duelo contra el Valencia. Pues bien, el capote andaluz llegó y, espoleado por ello, los donostiarras no dejaron escapar su oportunidad. Eso sí, a costa del descenso de los inquilinos de Riazor, que se entregaron sin premio alguno. El Deportivo mereció, por lo menos, un empate que se resistió. Y aunque a falta de seis minutos se quedó en superioridad numérica, la suerte fue esquiva. Vuelve el Dépor a un paisaje que no le pertenece y con el cuadro gallego lo hace una de sus leyendas, Valerón, que podría colgar definitivamente las botas. Otro veterano de guerra, Manuel Pablo, también merece mención; así como el técnico, cuya continuidad sería una buena noticia de cara a buscar regresar a Primera la próxima temporada tras un ajetreado ejercicio donde antes del gallego pasaron por el banquillo José Luis Oltra y Domingos Paciencia.
Jugada maestra del Celta
Las encuestas jugaban a su favor. Tenía un rival asequible ya que el Espanyol no se jugaba absolutamente nada. Aunque muchas veces jugar sin presión puede ser contraproducente para el adversario, en este caso no fue así. El Celta fue por faena y en una jugada maestra de Iago Aspas, de aquellas con las que se ganó los elogios a principio de curso, Insa anotó el gol que a la postre resultaría decisivo. Aguantó el resultado sin demasiado sufrimiento y pudo ampliar la ventaja, cosa que no hizo falta. Con el transcurrir de los minutos y las buenas noticias procedentes de Riazor, la permanencia empezó a tornarse realidad. Toda vez que se confirmó la derrota de su máximo rival, la avalancha de gente se personificó en Balaídos, donde podrán disfrutar una temporada más del fútbol de Primera. Todo un mérito teniendo a Abel Resino como entrenador, el mismo que hace una semana, con todo por jugar, deseó lo mejor al Deportivo en Segunda. Un año muy irregular en Vigo, que comenzó el curso con Paco Herrera en el banquillo y que ha logrado la salvación con el citado Resino, cualquier cosa menos revulsivo.
Zaragoza enfurecida
Los maños certificaron su epitafio en el enésimo partido para olvidar en esta segunda vuelta. A diferencia de los cuatro implicados en la última jornada por evitar el infierno de Segunda, el Zaragoza no ha cambiado de técnico. Manolo Jiménez obró el milagro el año pasado pero éste se ha quedado a las puertas. Llegar a la última jornada de Liga con opciones de salvarse podría definirse como meritorio, pero lo que es verdad es que los números son arrolladores. Ha ganado sólo nueve encuentros y ha sumado 34 puntos en 38 jornadas y por ello ha finalizado en la clasificación con el triste honor de ser farolillo rojo. Contra el Atlético un nuevo episodio de desidia blanquilla que desembocó en otro cabreo monumental de La Romareda y un Atleti que, sin despeinarse demasiado, acabó ganando 1-3. Con Agapito Iglesias como principal blanco de las críticas, el Zaragoza debe empezar a regenerarse sin la presencia de tipos tóxicos que más que unir, dividen, como el propio máximo accionista del club.
El Mallorca roza la carambola
Un gol del Espanyol al Celta, cuando ganaban los vigueses y perdían sus vecinos, hubiese salvado al Mallorca. La carambola más inverosímil de todas estuvo cerca de hacerse realidad en el Iberostar Estadi, donde los de Goyo Manzano dedicaron un triunfo insuficiente a su afición el mismo día que las lágrimas inundaron el rostro de la afición bermellona. 14 años después se despide de Primera y lo hace tras mucho tiempo haciendo no demasiado bien las cosas. Ni en los despachos, ni sobre el verde. La consecuencia ha sido un regreso a Primera que Manzano, tras sustituir a Caparrós, no ha podido evitar. Borrón y cuenta nueva para una institución a la que tras tanto tiempo será extraño verla luchar en la categoría de plata.
En NdF | Sólo puede quedar uno
Foto | La Voz de Galicia