Marcó Mahrez en el 73 y parecía que la eliminatoria estaba sentenciada. Era un partido igualado, con ocasiones para ambos y control alterno del balón, pero la ventaja que traía el City de Manchester y adelantarse de nuevo parecía definitivo. Lo hubiera sido con otro equipo, pero enfrente estaba el Madrid.

Uno por uno, el Madrid ha ido dejando atrás a los grandes favoritos y aspirantes a esta Liga de Campeones: el PSG del tridente más lujoso del continente; el Chelsea, actual campeón y que ya dejó atrás al Madrid el año pasado; ahora tocaba el City de Guardiola. Daba la impresión de que los citizens tenían más empaque si cabe: líder de la Premier, buen fútbol y buenos futbolistas guiados por la batuta de Guardiola. Lo demostraron en el Etihad con un gran partido, pero el Madrid salió vivo marcando tres goles en un escenario complicado. El madridismo estaba contento a pesar de la derrota: muchos no lo entendían, pero aquellos sabían que en el Bernabéu pasan cosas.

Partido diferente al de Inglaterra

Aunque sin Alaba, esta vez el Madrid salió con Casemiro como sostén y la defensa blanca lo notó: el brasileño es un bastión en esa zona clave entre el centro del campo y la zaga. Estaba siendo un partido equilibrado, nada que ver con la locura colectiva del choque de Inglaterra a la que se rindió hasta el mismo Liam Gallagher, célebre aficionado del City y la voz de ‘Live Forever’. Para siempre, como el tema de Oasis, quedarán estas eliminatorias del Madrid.

No sorprendían las intervenciones de Courtois, aunque sí que Benzema no estuviera del todo acertado como otros días. En el costado izquierdo, Vinicius se las tenía con Walker, férreo rival con el que protagonizó un gran duelo a alta velocidad. Mientras, en el City, Rodri y Bernardo Silva se hacían valer en el centro del campo. Como decía, un buen partido, equilibrado pero sin gol ni grandes emociones, hasta que llegó el tanto de Mahrez.

Necesitaba al menos dos goles el Madrid y Ancelotti quiso volcar el campo hacia el área de Ederson: quitó a Modric, Casemiro y Kroos, jerarcas de los últimos tiempos, y metió a Camavinga, Rodrygo y Asensio. El problema fue que el centro del campo perdió presencia a pesar de los fantásticos minutos de Camavinga, y el City encontró más caminos hacia los dominios de Courtois. Grealish entró en el City y se mostró muy participativo, aunque le faltó la puntilla: Mendy en la línea de gol y Courtois le negaron dos veces un gol que hubiera sido definitivo… o no, quién sabe.

Estaba pasando otra vez

Porque era el minuto 89 y llegó la hora de la magia, de los grandes momentos. Rodrygo empató el partido a pase de Benzema, todavía quedaba otro más para mandar el partido a la prórroga. Carvajal la puso desde la derecha, Asensio fue al remate pero tan solo llegó a rozarla. En el más difícil todavía, Rodrygo llegaba detrás y conectó el cabezazo que igualaba la eliminatoria. Estaba pasando otra vez, el Madrid lo estaba haciendo de nuevo. En plena euforia fue a por el tercero, pero el tiempo se agotaba y el City supo frenar el partido dando por buena la prórroga después de tener la final en sus manos.

Pero el Madrid tenía la mecha encendida y sabía que era su momento. Al poco de empezar la prórroga, Benzema provocó un penalti de Rúben Dias y él mismo lo mandó a la red para poner al Madrid por delante por vez primera en la eliminatoria, en el momento justo. Mientras Guardiola buscaba pólvora en las botas de Sterling, Ancelotti quiso reforzar el centro del campo con Ceballos y para ello quitó nada menos que a Benzema, lo que habrá que consultar si no está penado por ley. El City buscó el gol a la desesperada y el Madrid se agazapó, el tiempo pasó de correr deprisa a pararse casi en seco con 20 minutos por delante. Quizá Ancelotti sabía, al quitar al delantero galo, que su equipo podía perfectamente aguantar el arreón final del City, como en aquel duelo legendario en Ímola entre Fernando Alonso y Schumacher, cuando el asturiano mantuvo detrás al alemán durante unas vueltas interminables. Después de la carrera, Alonso dijo tranquilamente que sabía que Schumacher no podría pasarlo.

En la resistencia final tuvo mucho que ver Nacho, el hombre tranquilo, “el defensa pesimista” como dijera Ancelotti. Un futbolista de club que siempre está para lo que haga falta. Uno de los nombres de la noche, como Courtois, como Benzema, el mejor jugador del mundo, como Vinicius, liante y agitador nato, como Rodrygo y Camavinga, que están para noches grandes. El Madrid dio la vuelta a la eliminatoria y certificó el pase a la final después de otra noche de grandes emociones, de levantarse cuando parecía derrotado, de acariciar lo imposible. Porque eso es el fútbol, el fútbol es el Madrid.

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Gabriel Caballero

Periodista
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