Ya tuve esa impresión cuando la Juventus fichó a Miralem Pjanic procedente de la Roma: no sólo el conjunto bianconero se reforzaba con un buen futbolista, sino que además debilitaba a uno de sus más directos rivales. Una práctica habitual en el Bayern Múnich, acostumbrado a fichar lo mejor que surge en Alemania con el Borussia Dortmund como río predilecto en el que pescar. La Vecchia Signora es ahora mismo la reina indiscutible de Italia tras cinco Scudettos consecutivos y puede permitirse estos lujos en la Serie A, y Gonzalo Higuaín es el siguiente: con el fichaje del delantero argentino, los de Turín fichan al máximo goleador de la Serie A y al jugador franquicia del Nápoles, que fue el único que aguantó hasta cierto punto el sprint de la Juventus para hacerse con el título. Con Higuaín y Pjanic, el campeón italiano se refuerza con los dos mejores jugadores del segundo y tercer clasificado de la pasada liga italiana.
No estaba dispuesto De Laurentiis a dejar marchar a su estrella y por ello rechazó cuantiosas ofertas como la del Atlético de Madrid, que sigue en busca de un ‘9’. El presidente napolitano remitió siempre a su cláusula y en estas circunstancias surgió la Juventus para pagar la friolera de 94 millones de euros, la enésima prueba de que el mercado está inflado hasta límites que no imaginábamos. El gol es lo que más caro se paga, e Higuaín dejó 36 en la pasada temporada liguera. Es de suponer que la Juventus tendrá más pronto que tarde una cifra aún más alta en las arcas con la inminente salida de Pogba: no creo que el equipo bianconero salga ganando con el cambio, pero parece que el francés ya tiene decidido que es el momento de cambiar de aires. Además, el propio Pjanic puede ser su sustituto en el centro del campo, aunque con distintas características.
Será difícil arrebatarle a la Juventus la hegemonía en Italia, un equipo que además tiene la vista puesta en la Liga de Campeones: tras dos buenas temporadas continentales en las que perdió una final ante el Barcelona y cayó en octavos ante el Bayern tras una gran eliminatoria, la Vecchia Signora quiere proceder al asalto definitivo de la Orejona. No deja de ser en cierto modo contradictorio, no obstante, que para ello se haga con los servicios de Gonzalo Higuaín, un delantero que nunca brilló especialmente en la máxima competición europea de clubes. Las finales (especialmente con Argentina) y las competiciones europeas siguen siendo la cuenta pendiente del ex del Real Madrid.
Si comparamos sus números con otro delantero que salió hace algunas temporadas de San Paolo y que también ha sonado en varias ocasiones para la Juventus, Edinson Cavani, no sale bien parado: en 53 partidos europeos entre Nápoles y PSG, el uruguayo marcó 31 goles. Por su parte, Higuaín jugó 78 partidos con Real Madrid y Nápoles y alcanzó a marcar 23 goles, siete de ellos en Europa League hace dos temporadas cuando el Partenopei llegó a semifinales del torneo.
En cualquier caso, la Juventus impone: con el eterno Buffon en la portería; esa zaga que sustentó a Italia en la pasada Eurocopa con Bonucci (si es que desoye los cantos de sirena que le llegan de Inglaterra), Barzagli y Chiellini, a los que se une Mehdi Benatia cedido del Bayern; Alves como otra incorporación destacada para el carril derecho, donde le hará la competencia a Lichtsteiner; Khedira y Marchisio (si les respetan las lesiones) junto a Pjanic en el centro del campo; y el genio Dybala acompañando en ataque a un Higuaín que se encuentra en el mejor momento de su carrera, con los croatas Mandzukic y el extremo también recientemente fichado Marko Pjaca en la recámara. Candidata a todo.