Cuando Italia se pareció a sí misma en el partido de semifinales ante España, o a la versión que tanto tiempo acompañó a la Squadra Azzurra a lo largo de su historia, parecía que aquello de tener el balón y jugar alegremente al ataque había sido una tapadera: a la hora de la verdad, lo que importa es ganar y lo de menos el balón. Pero la final ante Inglaterra confirmó que la idea central del conjunto de Mancini es abordar la victoria desde la pelota: el mérito de España fue obligarles a cambiar el plan, pero supieron adaptarse y alcanzar la final. Eso también es fútbol.

Italia había destacado en esta Eurocopa no solo por sus victorias, sino por la forma de llevarlas a cabo: buscando la iniciativa, llevando el peso del partido, aprovechando el buen pie de sus futbolistas, mirando a la meta rival y no tanto a la propia. Esa fue la constante tras una brillante fase de grupos y algunos apuros más ante Austria en octavos y Bélgica en cuartos. Pero contra España había que modificar el guion: si alguien estaba destacando por adueñarse del balón, si alguien sabía mejor que nadie cómo guardar la pelota, esa era la Roja.

Las estadísticas mostraban la tendencia; en su camino hasta semifinales, solo en el segundo partido, ante Suiza, Italia no tuvo mayor posesión, que no obstante estuvo igualada: 49 % para Italia y 51 % para Suiza. No fue obstáculo, sin embargo, para que Italia ganase 3-0. Pero en el duelo ante España, los de Luis Enrique acabaron con un 70 % de posesión: llevaron la iniciativa y buscaron el gol, pero este solo llegó en la jugada de Dani Olmo que acabó Morata para subir el empate al marcador. Italia, acostumbrada a tener el balón, tuvo que esperar y buscar la contra, y así llegó el gol de Chiesa. Sí, parecía la Italia de siempre.

Pero el choque ante Inglaterra aclaró las cosas: España fue la única que obligó a los de Mancini a buscar otros caminos. En Wembley, el equipo de Southgate marcó muy pronto, pero la Azzurra volvió a ser esa selección que busca la portería rival una y otra vez, especialmente en la segunda parte y con Chiesa como martillo pilón. Y no solo cuando estaba por debajo en el marcador, también cuando empató el encuentro ante una Inglaterra encerrada en su campo. En ambos choques, semifinal y final, Italia se llevó la victoria por penaltis con un estelar Donnarumma, seguramente la individualidad más destacada de esta selección, pero el camino hasta esos penaltis fue muy diferente. Aunque la posesión no tiene por qué definir la esencia de un equipo o su idea ofensiva o defensiva, otra vez Italia fue superior, como antes de semifinales: 65 % para Italia, 35 % para Inglaterra.

Jugadores para dominar las áreas

Antes, en otras épocas, Italia dominaba las áreas: algo lógico cuando tienes defensas como Maldini, Baresi, Nesta o Cannavaro, y atacantes que definen partidos como Baggio, Del Piero, Totti, Vieri, Inzaghi… El centrocampismo nunca fue la esencia de Italia, tampoco eran sus jugadores más destacados a pesar de buenos metrónomos como Ancelotti o Albertini. Pero algo cambió en el fútbol italiano en la última década: sin perder ese ADN en el que prima la táctica y la importancia de defender bien, los equipos del Calcio querían atacar, buscar la portería rival. En la selección, mientras tanto, no había jugadores tan brillantes arriba, pero Andrea Pirlo fue ganando en importancia y se convirtió en la referencia de la Azzurra. Así es como alcanzaron la final de la Eurocopa de 2012.

En la escuadra actual, si tienes centrocampistas como Verratti, Barella o Locatelli, más Jorginho para aportar equilibrio, lo normal es aprovecharlo. Si además cuentas con dos centrales por los que no pasa el tiempo como Bonucci y Chiellini, un guardameta como Donnarumma y un lateral, Spinazzola, que se convierte en una de las revelaciones del torneo, el buen hacer en defensa está garantizado. Y arriba, atacantes como Chiesa, Insigne y Berardi para buscar la portería rival, aunque el delantero centro, Immobile, no haya estado especialmente acertado. Italia no tenía los nombres de otras épocas, pero sí un buen equipo, buenos mimbres y supieron adaptarse y competir en todas las situaciones. Por eso son campeones.

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Gabriel Caballero

Periodista
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