Siempre me ha llamado la atención el caso de Eslovenia: una selección por lo general de relleno en las fases de clasificación, sin ser del furgón de cola pero que rara vez llega a un gran torneo. En concreto, lleva sin disputar uno desde el Mundial de 2010 en Sudáfrica. Y sin embargo, en los últimos años se ha dado la circunstancia de que cuenta con dos de los mejores porteros del mundo con Jan Oblak y Samir Handanovic. Pero a partir de ahí, poco o nada. La selección de Eslovenia sí empezó la casa por el suelo, en su caso la portería, con firmes cimientos en las figuras de los guardametas de Atlético e Inter, pero la edificación se quedó a medias.

Handanovic es toda una institución en Eslovenia, uno de los futbolistas con más internacionalidades en la corta trayectoria de la selección eslovena, que nació en los noventa tras la Guerra de los Balcanes. Fue el titular en el Mundial de 2010, el segundo que disputaba su país, e hicieron un papel meritorio terminando terceros de su grupo con cuatro puntos, solo uno menos que los dos primeros, Estados Unidos e Inglaterra. Allí, compartiendo equipo y portería, estaba su primo Jasmin Handanovic, por lo que todo quedaba en familia.

El interista, entonces en el Udinese, continuó unos cuantos años más siendo el portero de Eslovenia hasta que irrumpió Jan Oblak, primero brillando en Portugal con el Benfica y después fichando por el Atlético de Madrid. Al principio le costó en el Calderón, pero una vez asentado se fue convirtiendo poco a poco en uno de los mejores porteros de Europa. En 2016 ya le había quitado el puesto a Handanovic como número uno de la selección eslovena. Era una situación curiosa para Samir: uno de los mejores porteros de la liga italiana y del continente y suplente en la selección de Eslovenia. Decidió dejar la selección y centrarse en su club, con el que sigue brillando en el Calcio a sus 35 años.

Ha habido selecciones con grandes jugadores que no han estado acompañados de un equipo a su altura (y no incluiré aquí a Messi, que no es el mismo caso): Litmanen con Finlandia, Giggs con Gales, Weah con Liberia… O que han tenido una gran pareja de delanteros, ahí estaba el caso de Chile con Salas y Zamorano o Ucrania con Rebrov y Shevchenko, pero a Eslovenia los dos buenos les salieron porteros, y no pueden jugar juntos. Quizá si uno fuese un ‘10’ de clase y otro un goleador, si Jan Oblak fuese un verso suelto y Handanovic un rematador implacable… Pero los dos son guardametas y solo podía jugar uno.

De hecho, pocos países en el mundo podrían igualar a la dupla de Eslovenia. Si acaso Alemania, con Ter Stegen y Neuer, o Brasil con Alisson y Ederson. Incluso España, si Kepa y sobre todo De Gea se mostrasen más regulares, o Italia con dos porteros de presente y futuro como Donnarumma y Meret. Pero poco más. No son pocas las selecciones de tronío que les gustaría contar con uno de ellos, como es el caso de Argentina, donde no era raro escuchar comentarios del estilo: “¿Se han dado cuenta de que Eslovenia tiene a Oblak y Handanovic y nosotros estamos con Romero?”.

Tras perder con Macedonia y Austria, Eslovenia está prácticamente fuera de la próxima Eurocopa, aunque no matemáticamente. Y es que más allá de la portería no hay mucho más. Está Ilicic, jugador de buen pie con una notable trayectoria en Italia, pero bastante irregular. Uno de los más destacados de los últimos tiempos fue Valter Birsa, también de largo camino en Italia con el Chievo Verona y que fue uno de esos inexplicables fichajes del Milan en los últimos años. Demasiado poco.

Años atrás, Eslovenia sí tenía una estrella en el área contraria: Zlatko Zahovic, buen mediapunta que guió a su selección en la Eurocopa de 2000 y el Mundial de 2002, sus primeros grandes torneos. Jugó una temporada en el Valencia, que pagó por él una importante suma, pero no dio el rendimiento esperado. Seguro que en Eslovenia les gustaría ver a aquella selección con Oblak y Handanovic, o a ambos con Zahovic en la actual. Aunque ya puestos, también podrían pedir que Luka Doncic llevase el ‘10’ en lugar del ‘77’ de los Dallas Mavericks e hiciese magia con los pies en lugar de con las manos. Pero Doncic está bien donde está, como seguramente también piensa la afición colchonera con Oblak o la nerazzurra con Handanovic.

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Gabriel Caballero

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