Volver a donde creciste siempre tiene algo de especial: recorrer con la mirada ese sitio donde echabas los partidos, ver el colegio donde ibas a clase, reconocer lugares y comprobar cómo permanecen intactos unos y cómo han cambiado otros, ver que el tiempo pasa pero que una parte de ti sigue presente en ese tiempo y ese espacio, porque forma parte de ti. Le pasa algo parecido al Milan: está ahora en otro momento de su historia, un buen momento después de los sinsabores de los últimos años. Ya no es un gigante de Europa, pero su nombre sigue imponiendo respeto y sus colores evocando aquellos años en los que reinaba en Europa de la mano de jugadores como Rivera, Van Basten, Gullit, Baresi, Shevchenko o Kaká. Demasiado tiempo ha estado alejado de la élite continental, de la hora de la verdad, pero, casi diez años después, los rossoneri están de vuelta en las eliminatorias de la Liga de Campeones.

Puede que el entorno haya cambiado en esta última década, pero en esencia, el máximo torneo europeo es similar a entonces. La última vez que el Milan llegó a octavos, en 2014, no pasaba por un buen momento: Allegri había sido destituido y una leyenda como Seedorf ocupó su lugar en el banquillo, pero no llegaron los resultados en una plantilla que se devaluaba año tras año. Por el contrario, el Atlético de Simeone pujaba al alza, y el 0-1 en San Siro y el 4-1 en el Calderón fue la consecuencia lógica del momento de ambos. Los rojiblancos terminarían llegando a la final: fue el año de la Décima del Madrid y el gol de Ramos en el descuento, y también fue la última vez que el Milan participaría en la Liga de Campeones en mucho tiempo.

El Milan está haciendo muchas cosas de nuevo como si las hiciera por primera vez, como si tuviera que recordar cómo se hacían. Primero recordó a qué sabían las victorias, apoyado en un Ibrahimovic infatigable que regresó al club para llevarlo de nuevo a la zona noble de Italia. Más tarde volvió a la Champions tras un trabajado segundo puesto en liga, después de años de pelea por entrar en Europa League. Posteriormente volvió a levantar el título de liga más de diez años después, y ahora vuelve a las eliminatorias de Liga de Campeones. Todo ello bajo la batuta de Stefano Pioli, reciente y merecidamente renovado.

Un grupo para medir el nivel

El año pasado pagaron la novatada. Era un grupo difícil con Porto, Atlético y Liverpool, y aun así dieron pelea hasta el final, pero, en un grupo muy igualado, en la última jornada no llegó siquiera el consuelo del tercer puesto para la Europa League. Este año la situación era diferente: como campeones de la Serie A partían del primer bombo, con lo que el sorteo fue benévolo: un coco, el Chelsea, llegó del bombo 2, pero el Dinamo de Zagreb y el RB Salzburgo endulzaban el conjunto. No obstante, este grupo E ha servido para poner las cosas en situación: Zagreb y Salzburgo fueron superados, pero el Chelsea fue demasiado rival para el Milan. Primero, con un inapelable 3-0 en Stamford Bridge, y después, al caer por 0-2 en San Siro, aunque también con la mala fortuna de jugar con uno menos desde el minuto 18 con la rigurosa expulsión de Tomori.

Se han hecho bien las cosas en Milanello, tanto en el banquillo como en la dirección deportiva. Fichajes como Theo, Tonali, Leao, Maignan, Kalulu, Tomori o Giroud revitalizaron al equipo, pero es complicado competir con clubes con más recursos y experiencia en altos vuelos. Además, los fichajes de este año no están aportando lo que se esperaba, por lo que la base sigue siendo principalmente la de la pasada temporada. Tienen que mejorar los de Pioli para avanzar en las eliminatorias, donde no habrá rivales sencillos, pero el Milan está de nuevo ahí.

Sobre el autor Ver todos los posts Web del autor

Gabriel Caballero

Periodista
[email protected]