Hace cosa de una década, en Italia, se destapó el caso de Eriberto Conceiçao, un jugador que triunfó en las filas del Chievo Verona y que tras su fichaje por el Inter de Milán se vio envuelto en la polémica por su falsa identidad. Eriberto, como se había hecho conocido en la banda derecha del fútbol transalpino, se llamaba en realidad Luciano Siqueira. Y, al contrario de lo que señalaba su pasaporte, no llegó a Italia con 16 años, sino con 19.
La historia salió a la luz el día que el brasileño confesó su nombre y edad real, y tras ser sancionado, regresó a las filas del Chievo sin el nombre que le permitió abrirse un hueco en el fútbol y ayudar a su familia a salir del pozo. La suya podría catalogarse como una mentira piadosa llevada al extremo, donde curiosamente actuaba con asiduidad. De esas que te comen por dentro pero que sabes que no puedes ocultar por mucho tiempo.
Esta semana, de nuevo en la Serie A, el jugador bajo sospecha se llama Joseph Minala. Teóricamente es un jugador del filial de la Lazio que, como todo jugador de la cantera, es llamado por el primer equipo por sus buenas actuaciones. Sin embargo, los fans del conjunto lacial, que por lo pronto no siguen en exceso las aventuras del cuadro primavera, se llevaron las manos a la cabeza cuando vieron el rostro, escasamente juvenil, del chaval Minala, nacido en 1996 y, por ende, de 17 añitos. Ciertamente uno ve su cara y no parece que tenga la edad que su pasaporte dictamina.
Los foros de los hinchas de la Lazio se empezaron a preguntar si realmente Minala era menor de edad. De ahí, a las redes sociales. Y de las redes sociales, a la prensa. Incluso una web africana llegó a asegurar que Minala tiene… ¡42 años!
Su cuerpo, basándose en las instantáneas que revolotean por la red, no parecen precisamente de un imberbe recién salido de la adolescencia —o sumido en ella, vaya— pero a su favor juega un pasaporte que es en el que se basa la Lazio, de manera categórica —y a través de un comunicado oficial— para desmentir las informaciones acerca de su joven promesa camerunesa. La realidad en muchos casos es que aprovechando el lío de los registros de nacimiento y la expedición de los documentos de sus países de origen, algunos futbolistas llegan al Viejo Continente con nueva identidad, edad, o lo que surja.
No quiere decir que Minala haya ejecutado ese proceso, pero casos como el de Eriberto en su día o incluso el del extravagante Taribo West, del que también se dijo que podría tener ¡12! años más de los que se le suponía, dejan la puerta entreabierta de la sospecha al, de momento y hasta que se diga lo contrario, joven Minala.