Apuntaba a partidazo…
Tal y como se puso el Barcelona vs Sevilla en su comienzo, todo hacía indicar que sería un partido con ocasiones y goles. Pero nada más lejos de la realidad. El arreón inicial, con una diana de De Jong para los visitantes y la respuesta inmediata de Coutinho, no tuvo continuidad. Aquello de que las defensas se impusieron a los ataques cobró todo el sentido en tanto en cuanto el Barcelona insistió en querer hacer daño por dentro, donde un magestuoso Koundé y Diego Carlos, junto al inquebrantable Fernando, prohibían constantemente el paso.
No fue la noche de Ansu… ni de Messi ni de Griezmann
En los últimos días se hablaba de la efectividad de Ansu Fati de cara a puerta. 11 goles en 16 disparos que convertían su estadística en una mina con la que el barcelonismo se frotaba las manos. Pero ante el Sevilla ni el canterano, que probó dos veces ―una entre los tres palos y otra que se marchó a las nubes―, ni Messi, demasiado apagado, poco participativo, fallón en muchas ocasiones y que buscó algún chispazo en las postrimerías; ni por supuesto Griezmann, que sigue sin sentirse cómodo y sin crear peligro para terminar nuevamente sustituido, encontraron brechas en la ordenada zaga visitante. La llegada de Dest, en este sentido, podría activar una banda derecha que por la que apenas hubo acción hasta la entrada de Trincao.
De Jong, cara y cruz
La cara, obviamente, para el delantero del Sevilla. Luuk aprovechó una de las escasas ocasiones que generó el cuadro de Lopetegui para perforar la meta de Neto. Frenkie, por su parte, estuvo demasiado errático, perdido en ocasiones, regalando balones en zonas de peligro que por poco no aprovecha el rival. Las piernas, como a todo el Barcelona en general, le comenzaron a pesar.
Un Barça a medio gas
Esa chispa y esa velocidad de circulación del balón que había ofrecido en sus dos anteriores encuentros brilló por su ausencia ante un equipazo, bien plantado, al que el empate le parecía un resultado más que aceptable. Por primera vez en Liga, los de Ronald Koeman comenzaron perdiendo, pero la respuesta no pudo ser ni más rápida ni más eficaz. El gol de Coutinho, de más a menos, neutralizó el tempranero tanto de los hispalenses, intachables en la presión y que nada más comenzar el segundo acto tuvieron contra las cuerdas a los culés. La insistencia en salir con el balón desde atrás pudo costarle caro al Barça, al que le faltaron en muchísimas acciones futbolistas que se ofrecieran, movilidad, desmarques y todo eso que hace que el fútbol pase de ser previsible, a impresible.
Un Sevilla que sigue creciendo
Mientras que la falta de oxígeno pesó demasiado en el bando local, en el visitante ni el hecho de haber jugado un partido más en este inicio de campeonato provocó el teórico desequilibrio de fuerzas. El Sevilla es un bloque compacto, con recursos, con profundidad, en el que Navas vive una tercera juventud como carrilero. Koundé es más fiable que Diego Carlos, pero Diego Carlos es la contundencia personificada. Si días atrás acarició la Supercopa de Europa poniendo al límite al Bayern, con su excelente trabajo ante el Barcelona, se puede decir y ojalá que sea así, que puede ser una perfecta alternativa al binomio habitual que pugna por la Liga.
Los chavales llaman a la puerta
Ronald Koeman volvió a dar entrada como revulsivos a Trincao y Pedri en primera instancia y más tarde a Pjanic y Sergiño Dest, que pasó a ocupar su banda antinatural por la lesión de Jordi Alba. El portugués, en el ratito que estuvo, buscó el desequilibrio por la derecha a pie cambiado mientras que Pedri, más en posiciones interiores que abierto a banda, también se desfondó y aunque no generó apenas peligro, se le vio con ganas y motivado. Dest estuvo más que correcto por el flanco izquierdo, acertando en prácticamente todas las situaciones e incluso una buena maniobra suya desencadenó otra acción sobre el área sevillista. Los tres fichajes más jóvenes que mediáticos volvieron a dejar buenas sensaciones. Araujo, atrás, también estuvo notable.