Galca, vete tú también

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No lo pido yo, parece que lo exijan ellos. Ayer solicitaba amablemente la dimisión, o lo que sea que le deje fuera del banquillo del Valencia, de Gary Neville, y hoy le toca el turno a Constantin Galca, otro entrenador que se ha ganado a pulso hacer mejor a su predecesor a base de incongruencias y de pésimos resultados. El Espanyol se ha convertido sobre el rectángulo de juego en el rostro y el talante de su entrenador en una sala de prensa: aburrido, desconfiado, terco en palabras, como si el problema no fuera con él.

A diferencia de Gary, Galca sí conocía la idiosincrasia del club al que iba a dirigir. Se suponía que Sergio González era el culpable de todos los males, pero qué va. El pastel de responsabilidades se puede repartir, y a ver quién se lleva la peor parte. La confección de la plantilla estaría bien si el equipo jugara en Segunda B y aspirara a los playoffs. De otra manera no se entiende que la columna vertebral de otros años y jugadores que se echaban el equipo a las espaldas se hayan marchado para dar paso a jugadores que parece que ni sienten ni padecen, inexpertos en estas lides y, lo peor de todo, que carecen de amor propio. Sólo así se explica la pésima trayectoria en Liga de los pericos, cuya guinda la puso la Real Sociedad goleando sin compasión en medio de una Maravillosa Minoría que acabó dejando el estadio más merecidamente en minoría que nunca.

Sin Kiko Casilla, sin Sergio García, sin Héctor Moreno, sin Stuani… jugadores que sin ser cracks mundiales aparecían cuando se les necesitaba. Hoy el Espanyol deambula con futbolistas que no merecen ser señalados de forma individual, porque la situación es colectiva, pero que no se han ganado el respeto de la afición con su entrega. Galca, para rizar el rizo, hizo debutar a Arlauskis, portero lituano fichado en el mercado de invierno, tras dos días de entrenamiento. En el Bernabéu se llevó seis y hoy al descanso, antes de ser sustituido por una sospechosa lesión, llevaba dos, ambos en menos de diez minutos. Ante la Real confió en dos de sus teóricos descartes en la zaga, Ciani y Fuentes, y el cuadro vasco se paseó como Pedro por su casa para clavar la estocada definitiva al rumano, que quiso hacerse el harakiri y lo logró.

Merece una disculpa todo aquel que señaló al Espanyol de dejarse ante el Real Madrid. En las tertulias se preguntaban dónde estaba la intensidad que brotó ante el Barcelona. Que si llegaban con las bajas obligadas de Asensio o Burgui; las de Gerard o Caicedo. En el último desastre futbolístico no estuvo el ecuatoriano, pero sí el resto. Por lo que lo de filial blanco queda descartado. El Espanyol es un desastre y punto. Cheng Yansheng, flamante nuevo presidente blanquiazul, predijo a su llegada que veía al equipo en dos o tres años en la Champions. Sin director deportivo, sin rumbo y con un técnico que no estaría de más que lo dejase de ser en las próximas horas, el espanyolismo se ve más hoy en Segunda que codeándose con la élite europea. Una pena.

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Fernando Castellanos

Periodismo deportivo. En NdF desde 2006. Hacer todo lo que puedas es lo mínimo que puedes hacer. [ Twitter]