El titular no es más que una pequeña sinopsis de lo que sucedió anoche en el derbi andaluz que abrió la jornada. Un choque de trenes, de sentimientos, de coraje, que terminó en tablas (3-3) en lo que al resultado atañe pero en victoria en lo respectivo a la moral del Real Betis, que remontó tres goles en una noche en la que en el Benito Villamarín pintaban bastos con el estruendoso inicio del Sevilla. Un adelanto de la Feria de Abril reducida a noventa minutos.
Frenético contragolpe visitante
Parecía enchufado el equipo de Mel en el arranque. La derrota en la ida por 5-1 mermó el ánimo de los verdiblancos allá por el mes de noviembre, y aunque la semana siguiente se repusieron ganando al Real Madrid, hubo que pedir perdón a la hinchada por la vejación sufrida a manos del archienemigo. Ayer la motivación se desvaneció en un santiamén con los contragolpes del Sevilla, a los que sacó el máximo petróleo adelantándose hasta en tres ocasiones. Desconozco si algún hincha local abandonó su localidad con el tercero del Betis, obra de Negredo tras una asistencia de Reyes, pero si lo hizo, se perdió el picante del derbi. Antes, y en dos ocasiones, un Rakitic ataviado de brújula hispalense había adelantado al Sevilla con un doblete, el primero de ellos tras engañar a la perfección a Adrián San Miguel y el segundo, tras una pared tan perfecta como involuntaria con el bético Chica.
No fue el día de Medel
El gesto serio de Unai Emery en sala de prensa expresaba en su máximo esplendor la cara con la que se marchó el Sevilla del Villamarín. Tuvieron los nervionenses el partido controlado hasta que Medel erró un pase propiciando el gol de Pabón en las postrimerías del primer tiempo. Un fallo fatal que colocaba el 1-3 y que minaba el estado de ánimo del chileno, que en el segundo acto volvería a ser protagonista por otro desagradable capitulo. Ocurrió poco después de que el árbitro señalara un penalti riguroso de Fazio sobre Rubén Castro que el mismo delantero canario rubricaría. Segundos después, una bofetada a Cañas, que también colaboró con la causa añadiendo teatro e iniciando la pelea, tras calentarse con Jorge Molina, enviaba al perro de presa sevillista al vestuario con media hora por delante y un resultado favorable de 2-3. Aunque Emery se responsabilizó de la actitud del centrocampista tras el partido, lo cierto es que es injustificable que siga cayendo en este tipo de provocaciones. Sin su presencia, al Sevilla no le quedó otra que aguantar el marcador.
Asedio bético, llegan las peinetas
En superioridad numérica, un Betis efervescente se fue a por el empate a toda costa. Para ello, Pepe Mel introdujo, además del citado Molina, a Vadillo y Nosa. Y el resultado, aunque tardío, no pudo ser más efectivo. Llegó cuando Beto suplicaba en su interior que terminara el encuentro y lo hizo con un testarazo del recién entrado futbolista nigeriano cuando se aproximaba el final. La celebración no pudo ser más bizarra, pues Nosa no dudó en mostrar a su propio público el dedo corazón de sus dos manos en un gesto que él, y sólo él, entendió. Contagiado por el fervor del momento, su entrenador también dedicó una peineta. Las imágenes apuntaban al sector sevillista desplazado al Villamarín, pero en sus declaraciones especificó que el destinatario del guiño ya sabe quién es (y no es el Sevilla, claro…).
A todo esto, el reparto de puntos beneficia al Betis, que a falta de lo que haga esta noche el Málaga se mantiene en la sexta plaza. Su rival en el derbi tendrá que seguir peleando para estar en Europa el próximo curso ya que la distancia que hay ahora mismo entre ambos es de cinco puntos.
Fotos | Real Betis / El Desmarque