El pasado 29 de junio se cumplieron 14 años desde que España alzara la Eurocopa de Austria y Suiza, la que rompió la maldición de cuartos, la que jugamos bien y además ganamos, por fin. El torneo en el que fuimos los mejores de principio a fin, para variar. Aquel gol de Fernando Torres, tras galopada en lucha con Lahm y definición perfecta ante Lehmann, forma ya parte por derecho propio de la historia del fútbol español como uno de los grandes momentos a recordar. Y como todo evento especial en la vida, seguro que todos en mayor o menor medida recordamos dónde estábamos, qué hacíamos mientras aquellos once jugadores con la zamarra roja hacían historia. Pues a mí me pilló trabajando.

Pues sí, aquel domingo me tocaba trabajar, y como era de esperar, no era yo el único que quería ver el partido, así que nos turnamos el descanso para bajar a la cafetería a ver un ratito. Bajé con una compañera, y quiso el destino que estuviera allí viendo el partido en el minuto 33, el momento esencial en el que Torres aprovechó el pase al espacio de Xavi para encarar al meta alemán. Cuando elevó la pelota ante el imponente portero del Arsenal y entró en la red se escuchó un estruendo, el grito de todos los que estaban allí presentes: estaban celebrando uno de esos goles que seguramente recordarían siempre. Mi compañera y yo nos dimos un abrazo en plena algarabía, no nos lo creíamos. Me caía bien aquella chica, recuerdo que era muy fan de Terry Pratchett. Creo que no volví a saber nada de ella cuando dejamos de ser compañeros de trabajo: es curioso cómo pasan las personas por la vida y algunas de ellas se quedan en algún recuerdo especial para siempre.

Volví a casa con la euforia propia de que, por fin, España había ganado algo. Lo primero que hice fue lo que habría hecho cualquiera en esa situación: actualizar el Fotolog. Me acordé de aquel anuncio que tan famoso fue en su momento, el del señor mayor que le preguntaba a su interlocutor: ¿Y el Madrid, qué? ¿Otra vez campeón de Europa, no? Era el año 1994 y el cachondeo tenía su aquel; ahora hemos visto al conjunto blanco ganar la Liga de Campeones una y otra vez, pero entonces, los aficionados madridistas no celebraban el título desde 1966, nada menos. Eso, los más veteranos: los más jóvenes no sabían lo que era ganar en Europa la máxima competición (acaso la UEFA, que se ganó un par de veces con la Quinta del Buitre). Pero el mítico anuncio quedaría obsoleto cuatro años después, con la Séptima y el gol de Mijatovic.

Pero la selección española era otra historia: no había manera de hacer un torneo redondo, y cuando mejor jugaban, siempre pasaba algo en cuartos, ya fuera el gol de Baggio o Al-Ghandour. Pero esta vez, la barrera de cuartos se derribó precisamente ante Italia en aquella tanda de penaltis ante Buffon y con el lanzamiento de Cesc como el definitivo. Además del anuncio de televisión recordé la Eurocopa de 1964, cuando los Amancio, Iribar, Luis Suárez, Gento y compañía ganaron por primera vez un título para la selección con aquel gol de Marcelino ante la Unión Soviética de Yashin. Habían pasado 44 años y por fin España volvía a ser campeona: ¿Y España, qué? ¿Otra vez campeona de Europa, no?

Fotolog, antes de Facebook, Twitter o Instagram, era una pionera red social que solo se podía actualizar una vez al día, y no había mejor ocasión y motivo ese día que la Eurocopa. Esa frase, y una imagen con los jugadores celebrando el gol, fue mi actualización. No había tiempo que perder: había que salir a celebrarlo. Las plazas estaban abarrotadas y se veían camisetas rojas por todas partes. Yo salí también con una camiseta de la selección, concretamente de la Eurocopa del año 2000, el número diez a la espalda… y el nombre de Raúl. No con ánimo de polemizar: lo suyo era llevar la camiseta de la selección, aunque también había que reivindicar al 7 del Madrid (que en aquella Eurocopa decidió llevar el 10), que una cosa no quitaba la otra. Hubo polémica con aquella decisión de Luis Aragonés, pero, aunque a muchos nos hubiera gustado ver a Raúl ganando algún título con la selección, no se le pudo reprochar nada al Sabio de Hortaleza, que demostró tenerlos bien puestos. Lejos de polémicas, aquella noche era de celebración y primaba el cachondeo: no fueron pocos los gritos de “Raúl selección” que escuché.

Dos años después llegó el gol de Iniesta, el Mundial, el premio principal para una generación de oro. Pero a pesar de todo, de que no hay título en el mundo del fútbol más grande que el Mundial y que aquello también fue celebrado, no fue como la primera vez, como la primera ocasión en que vi ganar un título a la selección. Siempre llegábamos a los grandes torneos pensando que ese año tocaba, y sin embargo, cuando más cundía el pesimismo tras una fase de clasificación que no fue brillante, España jugó mejor que nunca y ganó.

Catorce años han pasado desde aquel gol de Torres. El fútbol ha cambiado, la selección ha cambiado, la vida ha cambiado, pero aquella sensación permanece.

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Gabriel Caballero

Periodista
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