Había una enorme expectación para ver en ‘Der Klassiker’ a Borussia Dortmund y Bayern de Múnich. Demasiado tiempo sin ver un duelo de tanta envergadura y, sobre todo, con tanto en juego. Y es que en un estadio huérfano de espectadores como el Signal Iduna Park, los futbolistas ‘biendirigidos’ por Hans-Dieter Flick se impusieron al eterno rival con un solitario gol ―golazo― de Kimmich, el mejor de los bávaros en un encuentro en el que no faltaron ocasiones pero que en casi todo momento, tuvo controlado.
Lucien Favre no pudo incluir en el once a Sancho, situación más que entendible sobre todo, cuando el inglés salió al campo tras el intermedio. Tampoco tuvo su día Haaland, que salvo un primer cuarto de hora en la que puso en jaque el eje de la defensa rival, y que en ese lapso gozó de un disparo que salvó bajo palos Boateng y ya en la segunda mitad, un zapatazo que pareció golpear con la mano el propio zaguero de origen ghanés y que el VAR se pasó por el arco del triunfo. Para colmo, terminó lesionado y a 20 minutos del epílogo fue sustituido por Reyna. Lo que le faltaba al BVB. Los laterales, dos cohetes en el cuadro negriamarillo, también tuvieron una actuación discreta: ni Hakimi ni Guerreiro tuvieron la profundidad de otras tardes y eso su equipo lo pagó. En contraposición, Alphonso Davies, por el costado izquierdo, volvió a dejar claro que esa banda ―con permiso de Lucas― puede tener dueño para muchos años. El canadiense (19 años) volvió a dejar muestras de su velocidad, capacidad para proyectarse en ataque y su incidencia, como es lógico, en tareas defensivas.
El que sí brilló y con luz propia fue Joshua Kimmich. El exlateral derecho, reconvertido con excelencia a centrocampista, aporta equilibrio al Bayern, da sentido al juego muniqués y es indiscutible en la toma de decisiones. En la primera parte, donde realmente se vio la chicha, fue autor de 49 pases, semilla de la cual floreció el control visitante. Y para rematar su recital, marcó el único tanto, cuando el descanso apremiaba, elevando el esférico con una vaselina a la que Bürki, adelantado, no supo responder. Un golazo que bien puede valer una Bundesliga.
Y es que con 6 jornadas por delante, el Bayern supera en 7 al Dortmund, que sucumbió en el clásico por vez primera este curso en casa. Ni los parones, ni la falta de ritmo tienen visos de poder frenar la escuadra de Baviera, que únicamente ha cedido un empate en sus últimas 18 apariciones. El resto, victorias. Con Flick en el banquillo ―pasó de interino a ser renovado hasta 2023― y Kimmich llevando la voz cantante sobre la moqueta, sólo un desastre de dimensiones bíblicas podría evitar la conquista del trigésimo entorchado muniqués, el octavo de manera consecutiva.