Era una jornada difícil para los reds: en el durísimo pulso de esta temporada por la Premier League, en el que Liverpool y Manchester City no se permiten el uno al otro un solo tropiezo, los de Guardiola jugaban fuera de casa pero ante un rival más asequible en teoría como el Crystal Palace. Los de Klopp, por su parte, esperaban en Anfield a un Chelsea irregular pero capaz de dar un susto que pusiese las cosas difíciles de cara al título. Estaba siendo un partido duro para el Liverpool, lo esperado ante un rival que se juega su presencia en la Liga de Campeones la próxima temporada tras su penitencia en esta por la menos considerada Europa League. Pero por suerte para los locales, los tres de arriba son perfectamente capaces de desequilibrar la balanza a su favor.

Si no es uno es otro, si no es Salah es Mané, y si ninguno de los dos tiene el día, Firmino puede aparecer para decidir el resultado. El Liverpool tiene un buen equipo en todas sus líneas, con un portero y una defensa fiables (por fin) con Alisson bajo palos y Van Dijk, quizá el mejor central de la actualidad, comandando la zaga. Por su parte, Henderson y Naby Keita dan empaque al centro del campo. Pero son los tres de arriba los que marcan la diferencia.

La temporada pasada, el excelso rendimiento de Salah eclipsó a sus compañeros, pero en esta campaña tiene un protagonismo más compartido con Sadio Mané (19 tantos de Salah por 18 de su compañero), futbolista que ha rendido fantásticamente bien en cada uno de sus años como red, pero que en este se lleva la palma. De hecho fue el senegalés el que abrió la lata: tras un primer tiempo de méritos repartidos entre ambos equipos, los de Klopp salieron al segundo tiempo con la firme intención de llevarse los tres puntos, más necesarios que nunca tras la victoria unas horas antes del City en Selhurst Park gracias al doblete de Sterling y al tanto de Gabriel Jesús.

Un buen centro de Henderson puso en bandeja el cabezazo a Mané, que abrió el marcador para los suyos. Pero para evitarse susto alguno, solo dos minutos después Salah vislumbró el camino hacia el gol por donde pocos podían imaginarlo: partiendo desde su banda derecha, fue centrando su posición lo suficiente para, a unos metros aún del área, soltar un misil que pilló a todos por sorpresa incluido Kepa, que reaccionó demasiado tarde como para llegar a un disparo que quizá no esperaba.

El partido se había roto, y posiblemente el Liverpool sea hoy el equipo que más partido saca de estas situaciones en toda Europa. No son tan eficaces en un ataque posicional, pero son eléctricos cuando tienen metros por delante.

La estrella rival quiso dejar su impronta, y Hazard cazó un pase con un control propio de un genio para intentar batir a Alisson, pero su balón se fue al palo. El partido caería del lado red y la carrera por el título seguiría igual pero con una jornada menos. El Liverpool es líder con un partido más y dos puntos por delante. Por lo tanto, tiene ventaja el City ya que es quien depende de sí mismo pero con un calendario más complicado, con partidos ante el Tottenham y Manchester United, además de Burnley, Leicester y Brighton. Por su parte, el Liverpool ha de jugar ante Cardiff, Huddersfield, Newcastle y Wolverhampton, el partido que parece más complicado de todos.

Y por si fuera poco, ambos se están jugando los cuartos en la Liga de Campeones ante Oporto y Tottenham. No se le puede pedir más a este duelo.

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Gabriel Caballero

Periodista
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