Me ha quedado claro, después de este partido, que el esperpento más grande puede dar lugar al mayor espectáculo del mundo. ¿Quién me iba a decir que este partido entre Río Ave y Milan de la previa de Europa League daría algo que nunca había visto en un partido de fútbol? Después de un paupérrimo encuentro, el Milan selló su pase a la fase de grupos del torneo continental en una interminable tanda de penaltis que tuvo que dar la vuelta a los lanzadores.

Tras derrotar al Shamrock Rovers sin alardes ni sufrimientos y al Bodo Glimt, con más apuro, el conjunto rossonero encaraba su última ronda previa ante el modesto conjunto portugués Río Ave. La lógica invitaba a pensar que, como claro favorito, el equipo italiano solventaría la papeleta de manera tajante, pero estas rondas previas a partido único tienen mucho de la Copa del Rey cuando los equipos de otras categorías dan la campanada, más aún con el nuevo formato.

El caso es que los de Pioli, que en Italia han empezado la Serie A con dos victorias, jugaron un terrible partido que a punto estuvo de dejarlos fuera antes de la célebre tanda desde los once metros. Empezó marcando el belga Saelemaekers para el Milan, pero Geraldes empató para los portugueses mandando el partido a la prórroga. Tiempo extra que no empezó nada bien para el conjunto lombardo, pues Gelson Dala adelantó al Río Ave en el primer minuto. Media hora por delante se antojaba suficiente para dar la vuelta al marcador, pero no mejoró mucho el Milan y tampoco puso en excesivos apuros al rival. Ibrahimovic, confinado por el coronavirus y que posiblemente estaría viendo a sus compañeros por televisión, debía de estar de los nervios por no poder estar en el césped y arreglar la papeleta, o más bien el papelón.

Empate en el minuto 120

Pero ya cuando contaban los escasos segundos de descuento en el segundo tiempo de la prórroga, en el minuto 120, el defensa croata Borevkovic hizo un penalti absurdo e innecesario con la mano, más un acto reflejo que otra cosa, que dio la oportunidad al Milan de empatar el partido cuando ya se veía fuera en lo que significaba una debacle. Calhanoglu fue inmisericorde: fuerte y ajustado, un penalti perfecto y a la tanda.

Y si alguien pensaba que dicha tanda sería muy favorable al Milan, con mejores peloteros y Donnarumma en la portería, estaba muy, muy equivocado. Empezaba el Milan (es importante esto): primero fue Bennacer quien acertó, y Geraldes le dio la réplica. Kjaer y Aderlan, Theo y Jambor, Brahim y Lucas Piazón (sí, el trotamundos brasileño que pasó por Málaga y Chelsea), Calhanoglu (otra vez impecable) y Augusto, Calabria y Dala, Tonali y Gabrielzinho… Nada de malos penaltis ni apurados, catorce lanzamientos seguidos impecables mientras la lluvia caía de forma copiosa sobre el Estádio Do Rio Ave FC. Y eso que Kessié, el especialista que tira los penales en el Milan, había sido sustituido en la prórroga por Tonali.

Los lanzadores rojinegros no fallaban, y a los del Río Ave no les podía la presión: todavía podían dar esa campanada que se les escapó entre los dedos en el minuto 120. En la banda, mientras, el pobre Borevkovic no podía casi ni mirar, consciente de lo que suponía aquel penalti cometido por el que además fue expulsado al ver la segunda amarilla. Entonces llegó el decimoquinto penalti: el joven canterano italiano Colombo lo lanzó por encima de la portería. Nélson Monte tenía la victoria en sus botas, lanzó con su derecha… y dio en el palo, se paseó por la línea de gol con Donnarumma ya superado y dio en el otro palo para salir de la trayectoria. Un momento digno de la tanda que estábamos viendo.

Una regla prácticamente inédita

Quien fallase quedaba expuesto. Gol de Leao para el Milan y de Pinto para el Río Ave, este con más apuro: Donnarumma llegó a tocarlo, pero el balón salió disparado por debajo y entró. Llegó el turno para los porteros después de 18 lanzamientos, pues había que poner en práctica una regla que pocas veces habrá tenido que aplicarse: al estar expulsado Borevkovic, para igualar el número de lanzadores, el otro equipo tiene que escoger un futbolista que no lanzará ninguno, y el elegido fue el joven central Matteo Gabbia. Así que llegó el turno de los arqueros: primero, Donnarumma lo lanzó por encima de la portería, de forma que su homólogo Kieszek tenía el pase en sus botas y no en sus guantes como hubiese sido más lógico, pero lo lanzó incluso más alto que Donnarumma.

Vuelta a empezar con los mismos lanzadores del principio tras 20 penaltis, pero esta vez, Kieszek le detuvo el penalti a Bennacer, que lo lanzó al mismo lado pero no tan ajustado, así que era la tercera ocasión que tenía el conjunto luso para certificar el pase… pero Geraldes también lo falló al mandar su lanzamiento al palo cuando Donnarumma se había tirado hacia el otro lado. Kjaer acertó de nuevo su lanzamiento con otro disparo fuerte y seco, y en el penalti 24… Donnarumma aguantó sin tirarse a ningún lado para detener el lanzamiento centrado de Aderllan, dando, por fin, el pase al Milan.

No ha sido la tanda más larga de la historia, ni mucho menos: hay alguna que ha llegado a los ¡62! lanzamientos, como esta de Corea del Sur, y en 2010, Belenenses y Oporto lanzaron 30 penaltis en la copa portuguesa. Pero en estas magnitudes, con un equipo como el Milan de por medio y en la previa de un torneo europeo, pocas veces se habrá visto. Yo, por lo menos, nunca había presenciado nada parecido, y es un espectáculo digno de ver.

Sobre el autor Ver todos los posts Web del autor

Gabriel Caballero

Periodista
[email protected]